María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.
María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra de Dios
P. Juan Martinez sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba
Buen día Amigos de la Radio al encuentro con el Señor en la Palabra, en este día en que celebramos a María elevada a los cielos.
Esta fiesta de la Virgen, es una buena ocasión para contemplar cómo Dios lleva a plenitud la obra que comenzó en María, dice la fe la Iglesia: no quiso Dios que conociera María la corrupción del cuerpo aquella no tuve mancha en su interior, que no conociera la muerte la Madre del Autor de la Vida.
Todo esto nos alegra y nos permite hacer fiesta porque una de los nuestros, creatura y de nuestra misma humana condición ya goza plenamente de la contemplación cara a cara de lo que nosotros peregrinos tenemos por promesa.
Pero al elevar la mirada haciendo fiesta no nos deberíamos distraer de lo que el Evangelio de hoy nos regala como testimonio de la Madre en este pasaje de san Lucas.
La actitud de prontitud en el servicio a Isabel la constituye en el modelo de la discípula y servidora. Claves que en este día de fiesta nos viene bien contemplar y pedir a la Madre de Jesús. Queremos, anhelamos como Ella estar un día en la contemplación feliz de lo que tenemos por promesa y Ella nos enseña que para llegar a aquello debemos aplicarnos hoy en el tiempo a esto que tenemos que por hacer. Salir, servir, provocar el gozo, cantar la grandeza de Dios que hace grande a los pequeños y quedarnos hasta concluir la obra de aquello que Dios nos ha confiado.
A la Madre, que carga el tiempo de eternidad y para la eternidad nos pide comprometernos en el tiempo pidamos alimentar una y otra realidad que siempre saben de hacer bien integrando como Ella la voluntad de Dios que nos preserva de toda corrupción.
El Señor te bendiga y que María acompañe tus pasos de hijo, hermano y discípulo.
Fuente: Radio Maria Argentina