Evangelio según San Mateo 25,1-13

lunes, 24 de agosto de
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Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.

 

Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.

 

Pero a medianoche se oyó un grito: ‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.

 

Las necias dijeron a las prudentes: ‘¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?’. Pero estas les respondieron: ‘No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado’.

 

Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’, pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


P. Matías Jurado Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

Diez chicas. Y una parábola que exagera algunas cosas, para dejar otras en claro. No, nunca un novio se iba a hacer esperar hasta la medianoche. No, probablemente tampoco las niñas que tenían aceite les iban a negar aunque sea un poquito a las otras. Y no, claramente que a medianoche no habría un mercado abierto para conseguir más aceite. Y, por último, si vemos las reglas básicas de la hospitalidad oriental, tampoco un novio iba a cerrar las puertas a las que no tuvieron las lámparas encendidas.

¿Entonces, a qué viene la parábola de Jesús? ¿Qué quiere decirnos?Simple: Jesús nos anima a estar atentos, vigilantes. No podés dormirte. Hay un encuentro que puede pasar ahora, en este instante. Y que sólo el que tiene los ojos y el corazón atentos va a poder disfrutarlo. Si te dormiste… te quedaste afuera.

– Pará, pero… ¿a qué se refiere? ¿No está hablando del infierno, del día del juicio final?

Sí, pero también no. Con esta parábola uno puede entender a Jesús que habla del final de nuestra vida, del día en que nos encontremos cara a cara con Dios. Pero también está hablando de ahora, de este día, de este instante. Hay un Dios que nos está buscando, que viene a unirse en nuestro corazón, con el amor apasionado de un esposo. La persona que no está atenta… no está preparada para recibirla. Y ese encuentro, que es la base de nuestra fe, corre el riesgo de ir haciéndose cada vez mas esporádico, dejando el corazón más frío.

San Ignacio de Loyola nos propone una pregunta concreta, para que nos la hagamos cada día: ¿por dónde pasó Dios hoy, en mi vida? ¿Por qué hechos, pensamientos, sentimientos, encuentros, diálogos, o trabajos bien realizados? 

Y, a partir de eso, podemos ir encontrando: ¿qué me propone Dios para mañana?

 

Pidámosle a Dios que nos ayude a mantener los ojos y los oídos abiertos. Que no nos durmamos. Que estemos atentos. Que podamos descubrirlo en cada instante de nuestra vida. Y mantener así el corazón enamorado.

 

 

 

Fuente: Radio María Argentina

 

 

 

Radio Maria Argentina