NO TENGAN MIEDO

jueves, 10 de septiembre de

(De mi blog http://sencilloyescondido.blogspot.com.ar/)


El domingo 22 de octubre de 1978, en la Plaza San Pedro del Vaticano, un hombre llamado Karol Józef Wojtyła, más conocido luego como el Papa Juan Pablo II, nos hacía un llamado que quedó grabado en la mente de millones de católicos en el mundo, y que sería uno de sus mensajes principales a los cristianos hasta el final de sus días:

 

¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!

¡Ayuden al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!

¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo!

Abrir a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo.

 

¡No tengan miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo Él lo conoce!

 

 

No tengan miedo, esas palabras resuenan y resuenan hasta nuestros días. Tres palabras que sacerdotes, obispos y hasta los sucesores del querido San Juan Pablo II nos han repetido hasta el cansancio.

 

Un amigo hace poco, me confeso lo siguiente: “Estoy cansado de ver a los jóvenes con miedo, con miedo a decidir por ellos mismos, a preguntar y preguntarse, a decidirse, a jugarse”.

En parte comparto esa opinión. Y no es que los jóvenes de hoy no se la jueguen, al contrario, miles de chicos y chicas en el mundo buscan un cambio, un rumbo nuevo, un renacer a los verdaderos valores que hacen grande al hombre.

 

 

Pero obviamente, los seres humanos de vez en cuando nos tentamos con el miedo. Y es una lucha muy dura cuando empezamos a soñar, porque la primera tentación es afirmar que “no vamos a poder”.

 

¿Cómo luchar contra eso? ¿Cómo tomar la iniciativa cuando parece que estamos solos? ¿Cómo defender nuestros valores si todo el mundo parece que va para otro lado? ¿Cómo seguir adelante cuando aparentemente que no vamos para ningún lado? ¿Qué está bien y que está mal? Y la clásica pregunta a la que creo todos alguna vez hicimos: “¿Dios está?”.

 

El miedo nos frena, nos hace dudar. Fíjense este ejemplo: cuando Moisés muere, deja al mando al Josué. ¿Cómo reemplazar a semejante profeta que había liberado al pueblo de Israel? Pónganse en el lugar de este hombre que ahora tenía que dirigir una nación que estaba surgiendo, y entrar en guerra para obtener el territorio prometido por Dios. Yo al menos creo que estaría nervioso y pensando, muchas dudas, como hacer para seguir ese camino que Dios le había puesto.

Pero el mismo Dios le habla:

“¿Acaso no soy yo el que te ordeno que seas fuerte y valiente? No temas ni te acobardes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas” (Josué 1, 9)

 

La primera clave está ahí: Saber que Dios está con nosotros. Confiar en que por más ardua que sea la tarea, por más lejos que parezca la meta, por más difícil que parezca el camino y aunque creamos que no somos capaces, Dios está a nuestro lado, codo a codo guidándonos en ese sendero que nos propone y que seguimos.

 

Pero el miedo surge también de nuestras seguridades y comodidades. Y eso nace de nuestro afán de querer hacer las cosas a nuestro modo, sin que Dios venga a incomodarnos, porque nuestra “zona de confort” es más segura y más tranquila.

Y sin embargo, ahí no está la verdad, ahí no está la felicidad. Solo es mediocridad, miedo a arriesgarse y a jugarse por lo que creemos.

 

Hacer lo queremos no es la verdadera libertad; Hacer lo que elegimos ser, creer en Dios a pesar de nuestras seguridades y miedos (como dice una canción) es la verdadera libertad, porque hacemos opción. Y esa verdad es la que nos hace libres, como el mismo Jesús les dijo a sus apóstoles.

 

Repito lo mismo que dijo Juan Pablo II: “NO TENGAN MIEDO”, puede que sientan miedo, pero no se lo queden, no se lo guarden. Sigan adelante, a pesar de todo. Confíen en Dios que les manda a ser “Valientes y fuertes”, solo así podrán convertirse en verdaderos pescadores de hombres.

 

No tengan miedo de decir SI al llamado de Dios a sus vidas: si es al sacerdocio, a la vida consagrada, al matrimonio, Jesús te va a ayudar a seguir ese camino, pero necesita que dejes que Él te guie. Dios no va a decidir nada por vos, va a estar con vos en tus decisiones y si dejas que Él obre, serás feliz, aun en las dificultades.

 

No tengan miedo de soñar en cosas grandes. Los jóvenes, los cristianos, estamos para cosas grandes, para cambiar al mundo, para hacerle saber a todo el que Dios los ama, los espera a todos, a pesar de los errores que podamos haber cometido.

 

No tengan miedo de contarle al mundo lo que Jesús hace en sus vidas. Somos evangelios vivientes, somos el testimonio, la sal y la luz del mundo.

 

No tengan miedo porque no están solos. Somos muchos los que queremos ver a la tierra ardiendo del Espíritu Santo.

 

Sepamos aceptar a Cristo. Dejemos que Él nos guie, elijamos y sepamos usar nuestra libertad de hijos de Dios para convertirnos en primer lugar, y anunciarlo a los demás.

 

Aun a pesar de todo, no podemos controlar lo que sentimos. Los discípulos, antes de la partida de Jesús, sentían eso, que no entendían lo que pasaba, y se pusieron tristes porque Jesús les anunciaba su partida y ellos no sabían porque tenía que ser así. Pero el maestro les trae unas palabras para consolarlos. Un pasaje que a mí me gusta mucho leer cuando el miedo aparece, un consuelo que es para vos también si tenes miedo:

“La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta (…) Ahora dejo el mundo y voy al Padre».

 

Sus discípulos le dijeron: «Por fin hablas claro y sin parábolas. Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios».

 

Jesús les respondió: « ¿Ahora creen? Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor:

 

yo he vencido al mundo». (Juan 16, 21-33)

 

Jesús venció al mundo, venció a la muerte, no podemos tener mejor garantía que esa.

 

Es hora de despertarse…. Dios esta.

 

 

Jorge Orellana