¿Habrá dolor más intensoque tu dolor dolorido?¿Habrá, Señora, un gemidomás soledoso y más densoque el que te enluta, hondo y tenso,de morada y negra toca?
¿No son más blandas las piedrasy más compasivo el cieloque mi corazón sin duelo,cuando tú, como las hiedrasjunto a la cruz, no te arredrasde ahogarte en esos oleajesde hiel? Obscuros celajesenvolvían el Calvario,y tú eras, Madre, el sudariode aquel diluvio de ultrajes.
Dame ese llanto benditopara llorar mis pecados;dame esos clavos clavados,esa corona, ese grito,ese puñal, ese escritoy esa cruz para alabarte, y consolarte,Virgen de los Dolores,para ir sembrando de florestu viacrucis parte a parte.
Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas