En el principio era el Amor. O la Palabra. Que es lo mismo. Porque Dios es palabra enamorada. ¿Quién no aspira, en lo profundo, al amor? Amor de amigos, de amantes, de padres, de hijos. Es verdad que hay gente que bastante tiene con sobrevivir en este mundo. Y aún en esos casos, es el amor lo que hace que en medio de las tormentas y las lágrimas de vez en cuando asome una risa. En este mundo, golpeado por tantas incomprensiones, egoísmos y grietas que a unos y otros anulan, a veces olvidamos una verdad universal. ¿Quién no quiere amar y ser amado? ¿Quién no aspira a un momento de intimidad, de comunión, de confianza profunda, en que miras a otros ojos y te ves en ellos, tal cual eres, y te sientes en paz?
El ideal
«El amor es paciente, es amable, no es envidioso ni fanfarrón, no es orgulloso ni destemplado, no busca su interés, no se irrita, no apunta las ofensas, no se alegra de la injusticia, se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1Cor 13, 4-7)
Uno de los textos más conocidos de San Pablo es su definición del amor en la carta a los Corintios. Mucha gente lo utiliza en las bodas –también en las bodas que no son religiosas…- Y es porque recoge una ambición muy humana. ¿Por qué conformarnos con sucedáneos del amor, cuando hemos nacido para intentar vivir la pasión, la plenitud, la entrega? Y aunque no sea fácil, aunque no siempre estemos a la altura, aunque a ratos amemos mal… con eso y con todo conviene no dejar de amar.
En lo más hondo
«Las profecías serán eliminadas, las lenguas cesarán, el conocimiento pasará. Pero el amor no acabará nunca» (1Cor 13, 8)
Si nos tuviésemos que despojar de muchas capas, de inercias, de rutinas, de deseos de temporada. Si prescindiésemos de ruido y de modas, de apetitos y preguntas… al final ahí seguiría, en la soledad más honda, en lo profundo de cada uno de nosotros, el amor. Como grito. Como llamada. Como alimento. Como logro. Fíjate en tu vida, en los nombres importantes. En la gente. ¿No lo ves? Hay un amor profundo atravesando la entraña de la realidad. Lo triste es que mucha gente se confunde, y persigue el poder, la riqueza, el dominio, el prestigio o la fama… olvidando por el camino que, si algo somos, es imagen de un Dios que es amor. Así que, ante la duda, intenta amar. A su manera.
Fuente: http://pastoralsj.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1484&catid=24&Itemid=6