Evangelio según San Lucas 11,15-26

jueves, 8 de octubre de
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Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: “Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.

 

Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.

 

Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

 

Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio”.

 

 

Palabra de Dios

 

 


P. Matías Jurado Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

Hay un pecado poco recordado que se ve muy claro en el Evangelio de hoy: el pecado de acedía. Es muy parecido a la envidia, pero en lo espiritual.

¿Puede una caricia generarnos dolor? Inicialmente uno piensa que no, que algo bueno no nos puede hacer doler. Y mucho menos algo tan suave como una caricia. Sin embargo, cuando alguien nos acaricia y nos genera dolor… eso es síntoma de que algo anda mal. Puede ser que justo haya tocado una lastimadura, una zona quemada, o una espina que teníamos clavada sin darnos cuenta. Sí, algo bueno puede generarnos dolor siempre que roce alguna de nuestras zonas heridas.

¿Puede pasar eso en lo espiritual? Sí. Y es lo que vemos en el Evangelio de hoy. Viendo a Jesús expulsar un demonio, sanar de ese mal a una persona, hay gente que, en lugar de llenarse de alegría, se llena de bronca o de tristeza. Miran mal el gesto bueno de Jesús y buscan explicarlo desde un costado maligno: como si Jesús trabajara con el demonio.

La acedía se manifiesta, en quien la padece, como tristeza o bronca frente a algo que en realidad llena de alegría a Dios. Y también como un cansancio en todas las cosas espirituales. Y proviene de un ir alejándose de las cosas de Dios y de Dios mismo, dejando de lado la oración, el trato íntimo con él, las obras de caridad y dejándose llenar el corazón con una mirada mundana.

 

– Pidámosle hoy a Dios que nos ayude a tener una mirada limpia, como la suya, para poder llenarnos de alegría con cada gesto de caridad, de delicadeza, de ternura que vayamos encontrando hoy.

 

 

Fuente: Radio Maria Argentina

 

Radio Maria Argentina