Evangelio según San Lucas 11,27-28

jueves, 8 de octubre de
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Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!”. Jesús le respondió: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.

 

Palabra de Dios

 

 


P. Juan Martinez sacerdote de la Arqueidiócesis de Córdoba

 

 

Hola Amigos de Oleada Joven. Gustando el encuentro con Jesús en su Palabra gustamos la expresión de Bienaventurados para aquellos que escuchan la palabra de Dios y la practican. En el evangelio de hoy encontramos por tercera vez una “bienaventuranza” aplicada a María: La primera la hace su prima Isabel al recibirla, la segunda la proclama la misma María en el magnificat. Ahora, es una mujer del pueblo que interrumpe la enseñanza de Jesús y proclama a María como una mujer bienaventurada: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!

 

Jesús no rechaza la alabanza de la mujer, la eleva. No es la carne ni la sangre lo que marca el vínculo con Él. La comunión con Jesús viene del “sí” dado a la Palabra de Dios. Los que escuchan y practican la Palabra de Dios participan de la bienaventuranza de María que supo responder a la invitación divina. María es la esclava del Señor porque se hace discípula de la Palabra.

 

María ha engendrado a Jesús a la vida; en el discipulado el maestro engendra a la vida del Reino por la fuerza de la Palabra, al discípulo. Lo que sucede entre María y Jesús en el campo natural, se realiza de modo espiritual dentro de las condiciones posibles, entre el maestro y el discípulo.

 

María es la discípula que cubierta “con la sombra del Altísimo” ha escuchado y guardado la Palabra en su corazón. Jesús usa la exaltación de esta mujer del pueblo, para mostrar por donde pasa el camino de la verdadera Bienaventuranza, en la cual María, tiene el primer lugar.

 

Jesús rompe con la tradición, y no es la pertenencia a Israel lo que da la garantía de acceder al Reino de Dios. Para el proyecto de la nueva humanidad, Jesús forma una comunidad en la que ni la sangre ni la carne son la clave de pertenencia. Quien hace fructificar su vida con actitudes palpables y con acciones reales lo que ha escuchado de Jesús, ése es discípulo; el verdaderamente dichoso.

 

El Reino se mide por la justicia, la verdad y el amor con que vivimos y la forma responsable de como asumimos nuestra existencia. Así, podremos ser dichosos como fue María, no sólo por ser la que engendró y amamantó a Jesús, sino por escuchar atentamente la Palabra, rumiarla en su corazón y vivirla.

 

A María, la más feliz entre todos pidamos la gracia de vivir en la escucha atenta de la Palabra y un obrar coherente y generoso.

 

Dios te bendiga y buen sábado

 

 

Fuente: Radio Maria Argentina

 

Radio Maria Argentina