Oración por la santidad de vida

domingo, 27 de marzo de
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Oración por la santidad de vida


Creo en ti, Señor, pero ayúdame a creer con firmeza; espero en ti, pero
ayúdame a esperar sin desconfianza; te amo, Señor, pero ayúdame a
demostrarte que te quiero; estoy arrepentido, pero ayúdame a no volver a
ofenderte.

Te adoro, Señor, porque eres mi creador y te anhelo porque eres mi fin:
te alabo, porque no te cansas de hacerme el bien y me refugio en ti, porque
eres mi protector.

Que tu sabiduría, Señor, me dirija y tu justicia me reprima; que tu
misericordia me consuele y tu poder me defienda.

Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, ayúdame a pensar en ti; te ofrezco
mis palabras, ayúdame a hablar de ti; te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir
tu voluntad; te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti.

Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo
quieres tú, como tú lo quieras y durante todo el tiempo que lo quieras.

Te pido, Señor, que ilumines mi entendimiento, que fortalezcas mi
voluntad, que purifiques mi corazón y santifiques mi espíritu.

Hazme llorar, Señor, mis pecados, rechazar las tentaciones, vencer mis
inclinaciones al mal y cultivar las virtudes.

Dame tu gracia, Señor, para amarte y olvidarme de mi, para buscar el
bien de mi prójimo sin tenerle miedo al mundo.

Dame tu gracia para ser obediente con mis superiores, comprensivo con
mis inferiores, solícito con mis amigos y generoso con mis enemigos.

Ayúdame, Señor, a superar con austeridad el placer, con generosidad la
avaricia, con amabilidad la ira, con fervor la tibieza.

Que sepa yo tener prudencia, Señor, al aconsejar, valor en los peligros,
paciencia en las dificultades, sencillez en los éxitos.

Concédeme, Señor, atención al orar, sobriedad al comer, responsabilidad
en mi trabajo y firmeza en mis propósitos.

Ayúdame a conservar la pureza del alma, a ser modesto en mis actitudes,
ejemplar en mi trato con el prójimo y verdaderamente cristiano en mi
conducta.

Concédeme tu ayuda para dominar mis instintos, para fomentar en mí, tu
vida de gracia, para cumplir tus mandamientos y obtener mi salvación.

Enséñame, Señor, a comprender la pequeñez de lo terreno, la grandeza
de lo divino, la brevedad de esta vida y la eternidad de la futura.

Amén.

(Oración ofrecida en un retiro sacerdotal)

 

Maria Carolina Chahin