Valeria Tkacik es una atleta que nació sin un brazo debido a unas medicinas que tomó su madre biológica durante el embarazo. Nacida en Rusia, llegó a Estados Unidos siendo pequeña y fue adoptada por un hogar católico donde fue formada en la fe y ahora ayuda a otras personas a superar cualquier tipo de discapacidad.
Testigo de todo ello es Anne, la madre adoptiva de Valeria. Ella siempre recuerda las palabras que su hija le dijo cuando tenía cinco años. “Me volví para mirarla y allí estaba ella, sonriéndome. Nunca olvidaré ese día. Ella me dijo: ‘Mamá, yo he nacido para hacer a la gente feliz’. Y yo le contesté: ‘Estoy segura de ello’”. Estoy segura que ése era un mensaje directamente del cielo y por todos los logros que ha alcanzado, sin duda estoy segura de que así ha sido”.
Ahora Tkacik es una de las mejores jugadoras de lacrosse de la Ave Maria University de Florida, (Estados Unidos). Los resultados demuestran que es una líder dentro y fuera del campo.
Tkacik fue nombrada miembro de la National Women’s Lacrosse League South Regional Team y es considerada una muy buena atleta que adora el lacrosse, el baloncesto, el golf, el fútbol y el fútbol americano.
Además de ser una buena estudiante, hace trabajos sociales en su universidad, entre ellos un viaje al barrio de Harlem, en Nueva York (EE.UU) para servir a los más pobres y necesitados. E incluso ha donado unos 30 centímetros de su pelo a una asociación de Texas para que puedan hacer pelucas para pacientes con cáncer. En su primer año en la universidad fue elegida como delegada de los alumnos. En segundo curso ella formará parte del Comité de Actividades estudiantiles y ha sido seleccionada por el departamento de la universidad para las prácticas.
Y si todos estos logros no son suficientes, Tkacik es una oradora motivacional que ayuda a pacientes que están intentando superar la pérdida de algunas de sus extremidades. Y aunque pueda sorprender después de tantos logros, la vida de Tkacik es especialmente inspiradora porque ha conseguido todo esto con tan sólo un brazo.
Ella fue adoptada cuando tenía 18 meses, venía de Rusia. Sus padres adoptivos aseguran que supieron que ella sería parte de la familia desde el principio. Y es que llegó a su nuevo hogar nueve meses después del primer contacto con la casa de adopción.
“Valeria para nosotros es una bendición”, asegura su madre, visiblemente orgullosa. “Era la dirección que tenía que tener nuestras vidas. Nosotros siempre miramos atrás y pensamos: ella no nació de nosotros, pero ha construido una armonía perfecta entre los tres. No importa si llegó por adopción o no, está claro que Dios nos la dio”.
Tkacik nació con una desarticulación del hombro congénita, lo que significa que no tiene brazo izquierdo. Del orfanato donde nació aseguran que esta malformación es consecuencia de una medicación para el riñón que su madre biológica tomó durante el embarazo. Pero el hecho de haber nacido con tan sólo un brazo no ha impedido que Tkacik tenga una vida de lo más activa.
Sus padres decidieron muy pronto que palabras como “discapacitada” o “minusválida” no serían parte de su vocabulario. “Queríamos asegurarnos de que a pesar de su particular situación, Valeria tendría la seguridad y la autoestima suficiente para hacer lo que ella quisiera”, afirma su padre John. “Valeria sabía que tenía que trabajar más duro que el resto y así lo hizo. Ése es el tipo de chica que es. Ella tiene mucha autoestima y no podemos pararla”.
“Mis padres siempre han creído que no tenía ninguna limitación especial”, asegura la joven. “Siempre me han animado a hacer las cosas lo mejor que pudiera. Ellos me han dado todo”.
Desde que Valeria era muy pequeña le gustaba jugar con juguetes de caballos y un día ella pidió si podía ir a montar a caballo. John recuerda que “tenía cuatro años cuando comenzó a ir a practicar con ponys. No se me olvida el festival de equitación después de su primer año. La sonrisa que tenía robó el corazón de los jueces. Cuando miras a Valeria a veces no sabes si gana o pierde porque siempre está sonriendo. Ella disfruta de todo lo que hace, disfruta de la vida”.
Tkacik también tomó clases de baile durante cinco años, incluyendo hip hop y claqué. Además tocó la trompeta durante los años de primaria y estaba en el grupo de teatro. También practicó varios deportes, lo que le ha ayudado a construir su autoestima.
“Cuando era pequeña nunca vi que mi vida fuera diferente y tampoco creo que mis amigos lo pensaran”, asegura.
De hechos sus padres la llaman “la flautista de Hamelín” del barrio por su gran habilidad para hacer nuevos amigos. Esos amigos y su comunidad han sido su apoyo durante todos esos años. Tkacik asegura que todavía hay gente que se sorprende de cómo puede llevar una vida normal con tan sólo un brazo.
“Mucha gente me preguntaba cómo me ataba los cordones o cómo me podía hacer una coleta, e incluso cómo soy capaz de jugar a lacrosse”, asegura. “Yo siempre les digo que simplemente lo hago. Incluso teniendo un solo brazo, Dios me ha dado otros muchos regalos. Ha sido un honor y una bendición alabar al Señor con todas las actividades que hago y creo que a Él le gusta cómo llevo mi situación adelante”.
No le ha llevado mucho tiempo progresar desde su primer partido en cuarto de Primaria hasta algunos de los grandes logros que consiguió en Secundaria. Ése fue el año en el que se la convocó para que jugara los torneos en dos equipos y ganó el concurso de triples. Fue la máxima anotadora de su equipo, la que más asistencias y bloqueos hizo. Era tan fuerte en defensa que se convirtió en el centro del equipo.
En los primeros años de Bachillerato, Valeria jugó un papel muy importante durante el campeonato de equipos. Jugó en la posición de defensa en el equipo de lacrosse de su instituto, un deporte que nunca había jugado antes.
Sin embargo, la rapidez y la agilidad de Valeria hacen que sea pueda jugar en cualquier posición en el campo. Valeria asegura que está convencida de que Dios tiene un papel para toda su familia y apunta a la fortísima fe de su familia como la razón de su éxito.
“Ella estudió en una escuela católica donde conoció a fondo su fe, pero también se vivía en casa. Rezamos el rosario juntos en casa. Cuando llega la hora, es ella la que suele recordárnoslo. Y eso, como padres, hace que quieras rezar mucho más”, asegura su madre.
El magisterio de la Iglesia también le ha servido ahora que es adulta y vive fuera de casa. Va a Misa en su universidad y participa de la Adoración Eucarística.
“Hay quienes me preguntan cómo puedo hacer lo que hago. Dicen que ellos nunca podrían”, asegura. “Es una ayuda que Dios da a algunas personas que Él piensa que pueden superarlo y creo que por eso puedo llevarlo”, asegura.
“Dios llevó a mis padres a Rusia para que me recogieran allí”, afirma. “Siempre he sido feliz y quiero devolver esa felicidad a Dios porque sin Él no sé dónde estaría ahora”.
Tkacik, diplomada en Ciencias Políticas, asegura que le gustaría meterse en política en el futuro y por eso está haciendo prácticas con el Senador Rob Portman de Washington D.C, (Estados Unidos).
“Creo que es fascinante”, afirma. Después de su diplomatura está pensando en entrar a la Escuela de Derecho para continuar sus estudios, aunque no descarta hacer carrera en medios de comunicación.
Sin embargo, como meta final Tkacik asegura que simplemente quiere llevar una vida que merezca ser así llamada. “Los actos hablan más alto que las palabras y me encanta mi vida”, afirma. “Mi objetivo es continuar viviendo una vida como Cristo”.
Fuente: Aciprensa