QUE SALGA, SEÑOR!De la cobardía que apaga tu vozDe la espiritualidad, débil y cómoda,que me hace olvidar lo que ocurre a mí alrededor¡QUE SALGA, SEÑOR!Del llano que me agarra y no me deja verteDe la tierra que me seduce y me conduceDe los problemas que no me dejandescubrir la gran lección de tu cruz¡QUE SALGA, SEÑOR!Pues, cuando me encierro en mí mismo,veo que algo no funciona en mí.Que me falta aire para respirarQue los horizontes desaparecen de mi vistaQue, la ilusión y la fe, disminuyen por momentos¡QUE SALGA, SEÑOR!Pero, para ello, como a Pedro, Santiago y Juanllévame contigo:para que disfrute de tu presenciapara que escuche tu Palabrapara que sepa lo que me espera,por el hecho de ser tu amigo y compañero¡QUE SALGA, SEÑOR!Que no me quede bajo las bóvedasde un mundo fácil que todo lo contaminaque todo lo desvirtúaque todo lo confundeque todo lo frivoliza¡QUE SALGA, SEÑOR!Que no me pierda, ni un solo Domingo,este momento de paz y de graciade amor y de Palabrade presencia y de perdónque es la Eucaristía.¡QUE SALGA, SEÑOR!
María Elena Curutchet