Evangelio segun San Mateo 17, 1-9

sábado, 19 de marzo de
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En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y su hermano Juan, y se los llevó aparte a una montaña alta. Allí se transfiguró en su presencia y su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es estar aquí! Si quieres, haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo muy amado, en quien me complazco; escúchenlo».  Al oír esto, los discípulos cayeron en tierra, llenos de gran temor. Jesús se acercó y tocándolos les dijo: «Levántense, no teman». 
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».

Palabra de Dios


Monseñor Eduardo Martín   Obispo de la Diócesis de Rio Cuarto

 

Querido hermano, hace pocos días hemos comenzado la cuaresma, ese camino de 40 días hacia la celebración de la muerte y la resurrección de Jesús. Todo este proceso que lo hacemos en 40 días, llegará a su culmen en el doloroso y penoso proceso de la muerte de Jesús y de esta destrucción de Él, total. Y la fuerza de Dios, del Padre, con la acción del Espíritu es que se encaminará a la resurrección.
 
 
En este domingo, nosotros estamos celebrando la transfiguración del Señor, del Señor cuyo camino de cruz lo viene anunciando y se lo ah dicho ya a los apóstoles, aunque no lo entendían o no le creían. En eso Jesús toma a tres de esos apóstoles, testigos privilegiados de algo que va a pasar y que los tendrá también como testigos en el momento de la Pasión y en el momento duro de Getsemaní. Esos tres son Pedro, Santiago y Juan. Ante ellos se transfigura.
 
Son tres amigos que con Él están en el monte elevado, eso significa el lugar en el que Dios se solía manifestar. Se transfigura, es decir su rostro se pone deslumbrante como el sol, fijémonos intentando mirar al sol, así y mucho más que eso era el rostro de Jesús. Con sus vestiduras resplandecientes como la luz, no solamente limpias, sino resplandecientes, hablando con dos personajes: Moisés y Elías, que representaban la Ley de Dios y los profetas del Señor. Eran los dos modos como Dios venía salvando a su pueblo, por la ley, por la intervención de Moisés y por los profetas, por Elías.
 
Así se manifiesta el Señor transfigurado, esto es como entrar, para aquellos tres amigos de Jesús, en el mundo de Dios, no en el mundo del hombre. Y Dios habla: “Este es mi hijo, mi hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección”, es decir, lo quiero y en Él me gozo, luego el mismo Padre les dice, el pedido y la orden, escuchen: “Al entrar así en este mundo, Pedro, uno de ellos, siente una gran alegría, ‘¡hagamos tres carpas!’”, pero como señala san Lucas, no sabía lo que estaba diciendo, pero después de esa gran alegría, cuando escuchan al Padre, estos tres hombres sienten un gran temor. Jesús se acerco, los tocó y les dijo: “No tengan miedo”.
 
 
La transfiguración es el anticipo de la resurrección de Jesús. Frente a todo ese proceso de persecución, de condena, de crueldad, de ajusticiamiento que van a hacer con Jesús a quien el profeta Isaías ya había profetizado diciendo que parecía más un gusano que un hombre, la palabra del Padre, con todo lo que es de Dios, proclama que es Jesús el hijo que viene a salvar. Es un anticipo de lo que vendrá, ellos están de algún modo, experimentando lo que será luego la salvación definitiva con Jesús resucitado, con el Padre, con todos los santos, con el cielo.
 
 
Sólo después que ocurra la resurrección de Jesús, estos tres amigos de Jesús podrán hablar. Pero para nosotros, lo que queda sobre todo de esto, es esa orden y ese pedido del Padre: “Escuchen a Jesús, escuchen sus palabras, porque en Él está la fuerza de nuestra salvación”. Oyendo esa palabra, sintamos que también el Señor nos está diciendo a través de la oración, “miren a Jesús, es Él, escúchenlo, es mi hijo muy querido, escúchenlo”.
 
 
Hermanos, siempre, pero sobre todo en esta cuaresma, escuchémoslo a Jesús.  Que el señor los bendiga.

 

 

Oleada Joven