Evangelio según San Lucas 19,11-28

miércoles, 18 de noviembre de
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Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. El les dijo: “Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.

Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: ‘Háganlas producir hasta que yo vuelva’. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: ‘No queremos que este sea nuestro rey’.

Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: ‘Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más’.

‘Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades’. Llegó el segundo y le dijo: ‘Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más’. A él también le dijo: ‘Tú estarás al frente de cinco ciudades’.

Llegó el otro y le dijo: ‘Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado’.

El le respondió: ‘Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigentes, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré,¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses’. Y dijo a los que estaban allí: ‘Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más’.’¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!’.

Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia”.

Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

 

Palabra de Dios

 

 

 


Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno

 

 

Queridos hermanos y hermanas, queridos amigos de Radio María, hoy el evangelio de San Lucas capítulo 19 versículos 11 al 28, nos relata, en el fondo la realidad de que el Señor es siempre esta a nuestro servicio, es el relato del rey que se había ido, que vuelve y que había entregado para negociar un cierto dinero a cada uno de algunos empleados.

 

A su vuelta los llama y cada uno le va diciendo como, ese dinero, esos talentos, se multiplicaron por 10 veces, por 5 veces y el que solo había recibido uno que lo guardo, que lo escondió a quien Jesús lo reta, le dice que esta mal eso, porque el tendría que haber hecho algo con ese dinero y no solo guardarlo.

 

Jesús es muy duro en este sentido, porque:

No hay mayor gloria.

No hay mayor regalo.

No hay mayor don.

 

Que se pueda comparar al servir al Señor, porque de Él hemos recibido todos los dones que tenemos, los talentos, los recursos, el tiempo, por eso, que bueno que entremos en el misterio de nuestra identidad que van de la mano de los dones que Dios nos dio y que sepamos que al debido tiempo Dios nos va a preguntar por lo que hemos producido con la vida y con todo lo que trae la vida en cada uno de nosotros.

 

Los dones que tenemos son sobre todo los que se nos han concedido cuando abrazamos la Fe y esa fe que nos encamina al reino de Dios.

 

Normalmente esa Fe, no es algo que yo tengo, sino algo que debo vivir.

 

La Fe no es una cosa que esta como estática, sino que es una realidad dinámica que debe crecer constantemente, por eso Jesús felicita al que con 10, gano otros 10 y al que con 5 o con 3 también los multiplico.

 

Hoy celebramos también la dedicación de las Basílicas San Pedro y San Pablo que son de las Basílicas mayores, 2 de ellas de las 4 que hay en Roma y esto también nos trae 2 cosas:

 

1º. A valorar los templos, esos lugares donde Dios y su pueblo se encuentran, para vivir la Fe, se encuentran para profundizar el encuentro comunitario como hermanos.

 

2º. Y el templo de cada uno de nuestros corazones, hacer de nuestro corazón, una casa y un templo para Dios y para el hermano. Es noble tarea cristiana que debemos profundizar día a día.

 

Que bueno que tratemos, como tratamos a nuestros templos, con delicadeza, con cariño, el templo de nuestro corazón, no para guardarnoslo, sino para poder compartir la Fe, poder compartir también la vida con cada uno de nuestros hermanos.

 

Que el Señor los bendiga, los proteja y les de la Gracia que más necesiten. En el Nombre, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Fuente: Radio María Argentina

 

Radio Maria Argentina