A veces, Jesús, no te entiendo, me llamás a seguirte así como soy y no me pedís más que mi corazón.
Aunque me pongo en camino, durante la caminata caigo, y eso tampoco entiendo. Yo soy el que te escupió, el que te empujó, el que te flajeló, el que te crucificó. y Sin embargo, cuando me encontrás al borde del camino, me levantás, curás mi ceguera y nuevamente me llamás.
Antes de caminar con vos lavás mis piés, lavás mi historia, limpiás mi camino, y me enseñás a ser como vos; y me abrazás, me contenés, llenás mi corazón con la alegría de tu Resurrección.
Gracias Jesús, por enseñarme a ser humilde, a reconocerme pecador. Gracias por porque iluminás mi vida, porque no nos das una Cruz sin una Resurrección, ni ningún dolor que en tu corazón podamos transformar en amor.
En fin, a veces, Jesús, no entiendo. porque en tu caso se trata de amarte, no de entenderte.
Matías Sampor