Evangelio segun San Lucas 16, 19-31

miércoles, 23 de marzo de
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Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.  Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

Palabra de Dios






Monseñor Luis Alberto Fernandez    Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

Esta hermosa parábola que acabamos de escuchar, el hombre rico y el pobre Lázaro nos pone por un lado ante la mirada de Dios que está presente en la historia. Nada se le escapa, para Dios nada es indiferente, todo esta presente en El, no le podemos esconder nada, somos valiosos a los ojos de Dios y por eso Lázaro uno de los tantos vagos que duermen en las calles, tantos niños, hombres y mujeres que están solos, que andan sin nadie en la vida, que viven de lo que les dan o encuentran o revuelven en la basura, están cubiertos de llagas como Lázaro, sucios, mendigando por tantas puertas de nuestras ciudades. Sin embargo, Dios los ve, los tiene en cuenta, y no se olvida o son sobrantes para Él.
 
 
Amigos y esto para Dios no es solo para la otra e vida como podemos pensar en el mas allá, después de la muerte, sino también ya desde ahora, muchos de ellos sienten el Amor, la compañía de tantos que los quieren ayudar, acompañar, reconocer sus dramas que a veces son psíquicos también, es el amor que les llega tantas noches de la solidaridad, como se llama aquí en la Capital de Buenos Aires, jóvenes , mujeres, familias que salen a recorrer con carritos parecidos a los de supermercados y llevan comida preparada para ellos, a las estaciones de trenes, de subtes, por las principales avenidas por donde suelen pasar la noche tantos pobres y miserables que se acurrucan en el invierno con unos diarios sobre las ventilaciones de los subtes para recibir un poco de calor. Son los vagos llamados cariñosamente por los curas que los juntan y los invitan, a los que son de la Virgen no mas como el negrito Manuel, con nuestra Madre de Luján y ahí van por los caminos de la Patria y Latinoamérica llevando a María, recorriendo pueblos, viviendo de lo que les da la gente y durmiendo donde los alberguen, sea en un establo, casita o capillita, en su miseria y pobreza se sienten amados y es maravilloso verlos participando con sus cantos y sus danzas en las fiestas, rezando y contentos en la vida a pesar de todo.
 
 
En cambio, relata la parábola del rico, el rico vivía en el tormento, de un fuego que no lo apagaba ni el placer de los vicios ni el narcisismo en el que vivía encerrado en sus palacios. Cuando la felicidad se hace a costillas de los demás abusando o usando de los otros, termina siendo tormento, angustia, vacío, tristeza y dolor. El rico se pierde el gozo de la solidaridad, de ser como Dios enserio, al estilo de Jesús que vino al mundo no a ser servido sino a servir, no a imponerse sino se abajó, a no ser el primero sino el último, a lavar los pies de los discípulos.
 
 
Cuando el mundo de hoy puede ofrecer felicidades, gozos y riquezas, miremos bien hermanos de que se trata, porque si es sacando la vida como la saca la droga, si es enriqueciéndose o abusando de los hermanos, como lo hace el narcotráfico o los tratantes de personas, si es el éxito que nos hace extraños de los demás, terminaremos como el rico del Evangelio, atormentados, quemados por el fuego, el alcohol, el exceso de la droga o del abuso de las personas utilizadas para que yo sea feliz, en cambio, si vivo como muchos hermanos, una vida sencilla, alegre, gozosa y feliz, ayudando, pensando y viviendo junto a los otros, podremos vivir con Jesús, la Virgen y los Santos para siempre.

 

 

Oleada Joven