Lo revolucionario de la ternura

lunes, 21 de diciembre de
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Durante su discurso en el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, ce-lebrado en Bolivia el pasado 9 de Julio, Francisco afirmaba: «Tengamos siempre en el corazón a la Virgen María, una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio, una madre sin techo que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús con unos pañales y una montaña de ternura. María es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia».Ternura y justicia.

 

Llegamos al final de este tiempo de Adviento mirando a María, “el regalo de Jesús a su pueblo” (EG 284) y Francisco nos recordará que “cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la ternura no es virtud de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes” (EG 288).

 

Esta madre sin techo que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús con unos pañales y una montaña de ternura es la misma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53). Ella es la mujer que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia. La ternura y la justicia son las que harán nuevas todas las cosas y con María avanzamos confiados hacia esta promesa que se cumple en Jesús.

 

¿Reconoces signos de esperanza para los pueblos? ¿Acaso en la ternura que bro-ta de la justicia?Decir tu nombre, MaríaY como una letanía que va desgranando el nombre de María, nos sumamos a la oración sencilla que acompaña a tantos que esperan en las promesas.

 

 

El poema de Pedro Casaldáliga nos acompaña en esta invocación de los pueblos:

 

 

Decir tu nombre, María, es decir que la Pobreza

compra los ojos de Dios.

Decir tu nombre, María, es decir que la Promesa

sabe a leche de mujer.

 

Decir tu nombre, María, es decir que nuestra

carne viste el silencio del Verbo.

 

Decir tu nombre, María, es decir que el

Reino viene caminando con la Historia.

Decir tu nombre, María, es decir junto a la Cruz

y en las llamas del Espíritu.

 

Decir tu nombre, María, es decir que todo

nombre puede estar lleno de Gracia.

Decir tu nombre, María, es decir que toda

suerte puede ser también Su Pascua.

 

Decir tu nombre, María, es decirte toda Suya,

Causa de Nuestra Alegría

 

 

 

Fuente: Centro Arrupe Valencia

 

Oleada Joven