Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”.
Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”.
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Palabra de Dios
P. Luis Zazano sacerdote de la Diócesis de Tucumán
Las bodas de Caná son una enseñanza para todos.
1) Fiesta: la vida es una fiesta, porque la fiesta implica reunión, diálogo, encuentro. Saber compartir. En ese tinte tenes que mirarlo y saber que en la vida estamos llamados a convocarnos y compartir.
2) No tienen vino: siempre aparece en las cosas de la vida dificultades. Las dificultades son partes. Pero son esas oportunidades para ver la astucia de uno y la obra de Dios. La necesidad lleva a la desesperación pero también lleva a poder abrir los ojos.
3) María: como buena madre, esta atenta a la necesidad. Ve la situación desde afuera y se mete.
Vos metete en la fiesta de la vida de tus cercanos y contale a Jesús para que te de una mano. Y la vida termine bien, como una fiesta.
Fuente: Radio María Argentina