Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: “¿No es este el hijo de José?”.
Pero él les respondió: “Sin duda ustedes me citarán el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún”. Después agregó: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio”.
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra de Dios
P. Luis Zazano Sacerdote de la Diócesis de Tucumán
Jesús como Elias y Eliseo, no es enviado sólo a los judios.
En la primera lectura vemos a un Dios que fascina al profeta, el llamado de Dios es personal y único.
El profeta podemos definirlo como ese hombre que experimenta a Dios, acepta su palabra, cumple una misión y no se descorazona ante las dificultades y persecuciones. Veamos…
1) Experimenta a Dios: es la persona que tuvo un encuentro con Cristo, sabe de la existencia de Dios pero así también tuvo un encuentro en su vida.
2) Acepta su palabra: esa experiencia de Dios la lleva a madurar, a saberse cuestionado por la palabra pero así también sabe que debe dar una respuesta con su vida. Dios también interroga y te cuestiona tu modo de vida.
3) Misión encomendada: nadie está en este mundo sólo para tomar unos mates…estas llamado para algo y algo grande, tenemos que iluminar este mundo, es nuestra tarea el mostrar ese algo de Dios en las vidas que nos rodean.
4) No se descorazona: sabe que la vida trae Cruz pero no se cierra a ser un apóstol amargado y duro. Esta llamado a guiar y no a militar. Es poder mostrar el amor de Dios amando, y amando hasta que duela.
La vida nos lleva a ser descorazonados e insensibles pero quien tiene a Dios nunca debe dejar de abrir su corazón al otro y ser fraterno con el que camina en la vida.
La clave de todo esto es el amor, lo que nos enseña san Pablo en la segunda lectura: ” si no tengo amor, no soy nada; el amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera. Todo lo soporta“.