En este tiempo sentimos que tenemos que retomar muchas actividades y cuestiones que dejamos pendiente el año pasado. Si todavía no lo hicimos, algo en nuestro interior nos dirá que lo tenemos que hacer.
La paciencia juega un papel muy importante en esta tarea y es lo que más nos cuesta. Queremos que todo se realice en un abrir y cerrar de ojos y no es así como funcionan las cosas.
Todo requiere de un proceso, de paciencia.
Paciencia con los procesos personales; paciencia con las preguntas que anidan en nuestro corazón y con aquellas nuevas que la vida se encargará de ponernos frente a nosotros.
No podremos contestar todas de golpe, sino más bien una por vez.
Pero mientras tanto es bueno acogerlas y amarlas, recibirlas como visitantes que buscan asilo y un lugar tranquilo donde descansar.
¿Podrán estas preguntas encontrar descanso en nuestros corazones? ¿Podrán sentirse acogidas y recibidas? Estas preguntas vienen como amigas y en calidad de paz; vienen a recordarnos que no somos los únicos que atravesamos por estos interrogantes. Las preguntas templan nuestro interior y robustecen nuestro espíritu. Tienen la misión de ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros.
Por eso nos podemos solidarizar, abrirnos a nuestros hermanos y consolarlos con palabras de aliento, diciéndoles: ¡Paciencia! ¡Ánimo! En esta misión y tarea no estamos solos, contamos con la presencia silenciosa del Espíritu que como a María nos vuelve a decir al corazón: ¡No temas! ¡Estoy contigo!
No temamos retomar esas viejas y antiguas preguntas, no temamos tampoco a las que vendrán, será el mejor modo con el que retomemos las riendas de nuestra existencia.
Padre Juan Pablo Roldán, Misionero Redentorista