Señor, nos diste un corazón para amar, una inteligencia para entendernos, unas manos para extenderlas y dárnoslas. Y nosotros hemos fabricado la cultura del odio y de la violencia.
Danos hombres y mujeres con corazón nuevo, para crear una cultura nueva, la del amor. Felices quienes se resistan a empuñar armas para matar, a fabricar bombas para destruir, a crear ejércitos para hacer guerras siempre absurdas, que a veces incluso denominamos justas.
Felices, Señor, quienes no responden a la violencia con más violencia, al insulto con el salivazo, a la provocación con la agresión, a la bofetada en la mejilla, ofreciendo la otra al beso reconciliador.
Señor, que no conozcamos más violencia que la del amor lleno a rebosar, el cumplimiento de la justicia, la concordia ofrecida y compartida. La violencia suficiente para hacer llegar tu Reino con urgencia para que surja el cielo nuevo y la tierra nueva, dónde no tenga lugar la muerte, los hombres y mujeres violados, los campos de amapolas rojas convertidos en campos de batalla.
Señor, que comprendamos que el armamentismo, el odio, la injusticia, la mentira, son las armas de los débiles, y el amor, la verdad, la justicia y la no violencia, son armas de los fuertes.
No queremos humillar al adversario con la victoria, sólo te pedimos que los pobres, humillados y oprimidos, recobren su dignidad y sus derechos sin que se manche de sangre nuestra tierra.
Señor, queremos heredar una tierra de paz y no violencia.
Amén