Evangelio según San Lucas 4,24-30

lunes, 29 de febrero de
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Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.

 

También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio”.

 

Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.  Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

 

Lc 4, 24-30

 


 

Padre Javier Verdenelli  sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 En este pasaje del evangelio Jesús se encuentra en la sinagoga leyendo el pasaje del profeta isaías. Es entonces cuando la gente del pueblo lo cuestiona, siente rabia porque Jesús no había hecho ningún milagros en Nazareth como los que había hecho en Cafarnaún. Jesús responde “ningún profeta es bien recibido en su tierra”, frase que nosotros también usamos cuando nos sentimos incomprendidos. Lo cierto es que en el fondo ellos no aceptaban la nueva imagen de Dios que Jesús les comunicaba superando los límites de la raza de los judíos para acoger así a los excluídos y a toda la humanidad. 

 

Para ayudarlos a superar el escándolo y entender el universalismo de Dios, Jesús usa dos historias bien conocidas en el Antiguo testamento: la de Elías quien fue enviado a la viuda extranjera de Sarepta y la otra la de Eliseo, enviado a atender al extranjero Sirio. Lucas nos muestra así lo difícil que es superar la mentalidad de privilegio y cerrazón. 

 

Pidamos al Señor vivir siempre abiertos ala voluntad de Dios que quiere que todos los hombres se salven sin distinción de razas ni credos. Tengamos en cuenta que en nuestro tiempo la misión es “ser misericordiosos como el Padre” buscando llegar a todas las periferias existenciales. 

 

También para la reflexión personal es importante preguntarse, ¿mi actitud es la de Jesús o la del pueblo de Israel? ¿Quiénes son los excluídos que deberíamos acoger mejor en nuestra comunidad?

 

 

Oleada Joven