Despedida de San Ignacio a San Francisco Javier
“Yo te bendigo, Javier: que Dios bendiga tus hechos. A grandes empresas vas y no hay peligro más cierto que éste de que, arrebatado por el afán del suceso, se te derrame por fuera lo que debes guardar dentro.
La vida interior importa más que los actos externos; no hay obra que valga nada si no es del amor reflejo.
La rosa quiere cogollo donde se agarren sus pétalos. Pídele a Dios cada día oprobios y menosprecios, que a la gloria, aun siendo gloria por Cristo, le tengo miedo.
No te acuestes una noche sin tener algún momento meditación de la muerte y el juicio, que a lo que entiendo, dormir sobre la aspereza de estos hondos pensamientos, importa más que tener por almohada, piedra o leño.
I Cada mañana tendrás con la Señora, algún tierno coloquio, donde la digas esos dolores secretos que a la Madre se le dicen de modo más desenvuelto que no al Padre que por ser el Padre, da más respeto.
Mézclame, de vez en cuando, en el trabajo requiebros y jaculatorias breves, que lo perfuman de incienso. Ni el rezo estorba al trabajo, Ni el trabajo estorba al rezo.”
Ignacio de Loyola; Al Divino Impaciente