Evangelio según San Juan 12,1-11

jueves, 17 de marzo de
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Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.

 

María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”.

 

Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”.

 

Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

Estamos entrando en la Semana Santa, en la semana de la pascua de Jesús, y la liturgia de hoy coloca ante nosotros el comienzo del capítulo 12 del evangelio de Juan, que enlaza el Libro de los Signos (cc 1-11) y el Libro de la Gloria (cc.13-21).

 

 

Seis días antes da pascua, Jesús va a Betania a casa de sus amigos Marta, María y de Lázaro. Durante la comida, María unge los pies de Jesús con medio litro de perfume de nardo puro (cf. Lc 7,36-50). Era un perfume caro, muy caro, de trescientos denarios, e inmediatamente después seca los pies a Jesús con sus cabellos. La casa entera se llenó de perfume. En todo este episodio, María no habla. Sólo actúa. Lavando los pies, María se convierte en servidora. Jesús repetirá ese mismo gesto en la última cena (Jn 13,5).

 

Judas por su parte, critica el gesto de María afirmando que es un desperdicio. El evangelista comenta que Judas no tenía ninguna preocupación por los pobres, sino que era un ladrón. Tenía la bolsa común y robaba dinero. Juicio fuerte que condena a Judas. No condena la inquietud por los pobres, sino la hipocresía que usa a los pobres para promoverse y enriquecerse. Según sus intereses egoístas, Judas piensa sólo en el dinero. Por esto no percibe lo que estaba pasando en el corazón de María. Jesús conoce el corazón y defiende a María.

 

Judas era uno de los apóstoles elegidos y llamados por Jesús pero la convivencia sin amor no nos hace conocer. Impide ver. Judas era ciego. Mucha gente convive con Jesús y hasta lo alaba con el canto, pero no le conoce de verdad, ni le revela (cf. Mt 7,21).

 

Estamos iniciando esta semana tan especial para los cristianos, y ayer en el Domingo de Ramos celebrábamos la presencia de Jesús en Jerusalén. Pero no nos vaya a suceder que también sea una alabanza hipócrita porque no estamos dispuestos a acompañarlo sobre todo en el tiempo de la muerte y de la cruz. Es que Jesús iba a ser crucificados como consecuencia de su compromiso con los pobres y de su fidelidad al Proyecto del Padre. Por eso nosotros tendríamos que preguntarnos cómo es nuestro compromiso con los más pobres, ¿es real, es concreto, efectivo? ¿Cómo es nuestra fidelidad al proyecto de Dios? ¿A mi modo, como me quede cómodo? ¿O a veces me incomoda y hasta me puede llevar a jugarme la vida? Cristo vale la pena!

 

Cristo fue ungido sabiendo que iba a morir en la cruz pero no rechaza el gesto como tampoco rechazará la cruz. Ojalá que estos días nos sirvan para acercarnos más a Él y mirando la verdad de la cruz, también descubrir la verdad de nuestra vida, la verdad nuestra llamada; que también habla muchas veces de pasiones pero que Jesús quiere que hable y testimonie la Resurrección.

 

 

 

 

Radio Maria Argentina