Evangelio según San Juan 6, 1-15

jueves, 7 de abril de
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Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.

 

Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.

 

Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”.

 

Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.

 

Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

 

Queridos amigos de Oleada Joven, el evangelio que acabamos de escuchar que pertenece a este viernes 8 de abril de este tiempo de Pascua nos presenta la multiplicación de los panes que realiza Jesús y tiene un gesto muy lindo de un niño que se acerca allí y tiene 5 panes de cebada y 2 pescados, algo muy pobre, algo que sin duda no alcanza como observan los discípulos para tanta gente que se ha reunido allí para seguir al Maestro y realmente tienen hambre. Jesús siempre valora las pequeñas cosas, los pequeños gestos, y nos invita a nosotros a hacer lo mismo con esa pequeñez, con esa pobreza Jesús la hace crecer, la multiplica, realmente cuando la gente sabe compartir hace los milagros, y tal este milagro que realiza Jesús allí que alcanzan los panes para todos, es más, el evangelio termina diciendo “recojan los pedazos que sobran para que no se pierda nada”.

¿ Le damos valor nosotros a las pequeñas cosas de cada día? Porque en ella reside realmente la grandeza y también es el secreto de la felicidad: hacer las pequeñas cosas con entusiasmo, con amor.

Pero este evangelio nos recuerda también la eucaristía, esta fiesta comunitaria que es una ocasión especial para encontrarnos con Jesucristo: ¿cómo estamos viviendo la eucaristía de cada domingo? ¿es realmente para nosotros un encuentro comunitario, o quizás ni siquiera participamos de la misa?. Estaría bueno plantearse el poder ir con amigos, poder compartir ese tiempo especial de encuentro, de gracia que nos regala Dios. Y digo comunitario porque cuando uno va a la eucaristía reza por las intenciones de todos, se fija en el otro, en quién tenemos al lado.

Pidámosle al Señor en este tiempo especial de gracia que es la Pascua, un corazón abierto para compartir, para valorar, para agradecer las pequeñas cosas que Dios nos ha regalado, los pequeños gestos tienen su importancia en esta vida, y si los valoramos, si los tenemos en cuenta nos van a ayudar siempre a crecer.

 

Que el Señor los bendiga.

 

 

Fuente: Radio María Argentina

 

 

Radio Maria Argentina