Evangelio según San Juan 21, 1-19

jueves, 7 de abril de
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Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.

 

Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”.

 

El les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.

 

Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”.

 

Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres”, porque sabían que era el Señor.

 

Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.

 

Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. El le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 

P. Luis Zazano sacerdote de la Diócesis de Tucumán

 

 

Empezamos este domingo el III domingo de pascua:

 

1) La pesca sin Jesús: eran apóstoles sin ilusiones, estaban desilusionados, no en el sentido de que esperaban algo y no apareció sino más bien no tenían ilusiones, no proyectaban a algo más. Eso hace que aparezca el fracaso, el fracaso lleva a no tener ganas de nada y es como que estas en medio del mar y no sabes para donde disparar.

 

2) Lo reconocieron: es descubrir la voz de Dios en los fracasos, saber que Jesús mira tu situación y te acompaña. La clave es reconocer y ver donde esta Dios. Para salir del fracaso debes tener fe y seguir sus instrucciones. Pero también tenes que tirarte, al estilo de Pedro. Recorda que Jesús siempre te espera, tiene detalles.

 

3) ¿Me amas?: esta parte es dura pero real. JESÚS a vos hoy te dice si lo amas más que eso. Pero también te avisa que sufrirás en la vida ciertos golpes y rechazos. La vejez es un duro punto de nuestra vida. Pero la dependencia en sí es durisima. Tarde o temprano dependeremos de otros. No te desanimes. Quien ama a Dios no está sólo y vos sabes que aquí nadie está solo, por lo menos ya sabes que estoy yo, vez ya tenes uno, ahora busca que seguro que hay otros. Vamos!!! No estas sólo 

 

 

 

Radio Maria Argentina