Evangelio según San Juan 6, 22-29

jueves, 7 de abril de
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Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos.

 

Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”.

 

Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado”.

 

Palabra de Dios

 

 

 


P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

En el evangelio de hoy iniciamos la reflexión sobre el Discurso del Pan de Vida (Jn 6,22-71), que se prolongará hasta el final de esta semana. Después de la multiplicación de los panes, el pueblo se fue detrás de Jesús. Había visto el milagro, había comido hasta saciarse y ¡quería más! No trató de buscar la señal o la llamada de Dios que había en todo esto.

La gente busca a Jesús porque quiere más pan. La gente va detrás de Jesús. Busca pan y vida, pero sólo para saciar su cuerpo. Según la gente, Jesús hizo lo que Moisés había hecho en el pasado: alimentar a todos en el desierto, hasta la saciedad. Yendo detrás de Jesús, ellos querían que el pasado se repitiera. Como muchas veces nosotros también buscamos saciar nuestras necesidades más superficiales e incluso con proyectos de vida laborales o familiares, pero siempre nos dejan una insatisfacción.

Pero Jesús pide a la gente que dé un paso más. Además del trabajo por el pan que perece, debe trabajar por el alimento que no perece. Este nuevo alimento lo dará el Hijo del Hombre, indicado por Dios mismo. Él nos da la vida que dura por siempre. El abre para nosotros un horizonte sobre el sentido de la vida y sobre Dios. Es entonces cuando nos damos cuenta que sólo Dios puede plenificar al hombre que Él mismo ha creado, ¡sólo Dios basta!

¿Cuál es la obra de Dios? La gente pregunta: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? Jesús responde que la gran obra que Dios nos pide “es creer en aquel que Dios envió”. En definitiva, ¡creer en Jesús!

 

 

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• La gente tenía hambre, comió el pan y buscó más pan. Buscó el milagro y no la señal de Dios que en el milagro se escondía. ¿Qué es lo que más busco en mi vida: el milagro o la señal?

• Por un momento, haz silencio dentro de ti y pregúntate: “Creer en Jesús: ¿qué significa esto para mí, bien concretamente en mi vida de cada día?”

 

 Fuente: Radio María Argentina

 

Radio Maria Argentina