Jesús dijo a los fariseos: “Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”. Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.”
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.”
Palabra de Dios
P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba
Con dos imágenes se presenta hoy Jesús a los suyos. La primera del pastor, aquel que conoce a las ovejas por su nombre, a cada una, las acompaña, cuida, alimenta y alienta, y lo hace de tal manera que ellas –nosotros- podemos reconocer su voz. De la misma manera en que reconocemos a quien nos llama por teléfono o dice nuestro nombre en la calle, algo nos llama la atención porque esta persona nos conoce y la conocemos. Así también ya conocemos a Jesús y escuchamos su voz para no perder el camino iniciado desde la cuaresma y celebrado en la Pascua.
En la segunda, tanto nos ama este pastor que se convierte en la puerta de la salvación para la todos los creyentes, por Él entramos a una vida nueva, eterna y en abundancia. Jesús no es sólo un pastor bueno sino que es la bondad de Dios convertida en pastor que guía a su rebaño.
Nos preguntemos en este día…
Jesús es el buen pastor porque te conoce siempre, pero ¿lo reconocés vos a él?
Es el pastor que viene a tu vida como puerta por donde entrar y salir: ¿te dejas conducir por él cuando te relacionás con los demás?
Continuando la misión de Jesús, ¿sos en tu comunidad y en tu familia, una puerta, no para encerrarte, sino para permanecer abierto a la comunicación fraterna y dejar pasar el amor y la confianza?