Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras.
Jn 21, 18
Hace un año, exactamente, 18 de abril de 2015, fui a una reunión de la comunidad de Jóvenes de Radio María que se estaba formando en la Ciudad de Buenos Aires. Me habían invitado por mail ya que tenían mis datos por la acampada del 2014 de la que había participado.
No conocía a la persona que lo estaba organizando. De hecho tampoco imagine que pudiera haber alguien tan loco, que este formando una comunidad en Buenos Aires.
Personalmente, después de varios meses de vivir en la Capital y no encontrar un lugar, había tomado la decisión de dejar de buscar, y quizás, inconscientemente, dejar que Dios mismo me muestre y me lleve “a donde no quería ir”. Y digo esto último, no por menospreciar los caminos de Dios, sino porque llega un momento donde uno termina donde menos espera.
Tengo que confesar que no estaba en mis planes para nada, todo lo contrario; pero el Señor me tomó, me ató y me llevo a mi lugar, en el que estoy ahora, hace un año.
El mismo amor, la misma lluvia.
Esto me lleva a pensar muchas cosas, en como Dios no deja de obrar en la vida de nadie, aún en aquellos que a veces nos sentimos que no tenemos más para dar, y sin embargo ahí está, como el título de una película que vi hace poco, “El Mismo amor, la misma lluvia”; no hay ni pasado por el que lamentarnos, ni futuro escrito; nosotros tenemos que vivir ahora, vivir el llamado hoy.
No sin razones son esas palabras de Jesús “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”; no podemos quedarnos en la mediocridad de una vida en la que nos sentimos cansados, cuando hay tanta gente que necesita que nosotros, cada uno de nosotros le llevemos a Cristo, le demos la esperanza de que hay alguien que es más grande que la muerte.
Por eso, cuando arrancamos la comunidad, de tres pasamos a ser dos, de dos a tres, y a cuatro, y terminamos siendo siete. Y es inevitable pensar ¿Qué nos deparará Dios? ¿Qué tendremos que hacer? ¿Estaremos haciendo las cosas bien? Y cuantas más… preguntas donde la respuesta es única, la misma que Jesús les dio a sus discípulos en (Jn 6, 27-29)Jn 6, 27-29:
-¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?
Jesús les respondió:
-La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado.
“Creer”, esa palabra resume tantas cosas, creer en Jesús es creer en su amor, en que no nos pide pasar por esta vida como seres inertes, sino cumplir su mandato de “Amar a Dios y al Prójimo como a nosotros mismos”.
Cada comunidad de la Obra de María en Argentina debe ser un lugar donde ese amor se sienta, se viva y se trasmita a todas las personas. Que el mundo entero hable de las maravillas que Dios hace en nuestras vidas, no para agrandarnos nosotros, sino para que todos puedan acercarse y vivir lo mismo, vivir a Cristo y en Cristo. No guardemos nuestra Fe para nosotros mismos, salgamos, como nos pide Francisco al encuentro del hermano, abracémoslo con misericordia e invitémoslo al encuentro con Jesús.
Nosotros, acá en Buenos Aires, tenemos un desafío enorme al tener una realidad que a veces parece superarnos; pero sin duda, tratamos de seguir los caminos de Dios, paso a paso, dando lo nuestro y dejar que Él haga lo demás, solo él sabe cuáles serán los frutos de este camino que recién está empezando.
Obviamente, hay muchas dificultades, quizás desencuentros, incertidumbre y miedos. Pero en esos momentos me gusta pensar en las palabras de Jesús a Natanael, que creo, nos repite a todas las comunidades de jóvenes de Radio María:
“Veras cosas más grandes todavía”.
PD: Invitamos a todos los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires, que quieran sumarse, este sábado 23/04/2016 a las 17:15hs en la parroquia Santísimo Redentor (Larrea 1252, Esquina Berutti), cualquier cosa, comenten esta publicación.