Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra de Dios
P. Javier Verdenelli Sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba
El Evangelio de hoy forma parte del apéndice del Evangelio de Marcos (Mc 16,9-20) que presenta la aparición de Jesús a los once apóstoles con la descripción de la ascensión al cielo.
Varias veces Marcos se refiere a la resistencia de los discípulos en creer en el testimonio de aquellos y aquellas que experimentaron la resurrección de Jesús. ¿Por qué? Primero, porque la fe en Jesús pasa por la fe en las personas que dan testimonio de él. Y segundo, porque nadie debe desanimarse cuando la duda surge en el corazón.
Después, Jesús les confiere la misión: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación». A través de nosotros Jesús quiere continuar su misión para revelar la Buena Nueva del amor de Dios a los pobres. La resurrección acontece hoy. Una comunidad que quisiera ser testigo de la Resurrección tiene que ser señal de vida, tiene que luchar en contra de las fuerzas de la muerte, para que el mundo sea un lugar favorable a la vida, tiene que creer que otro mundo es posible. Sobre todo en aquellos países donde la vida de la gente corre peligro a causa del sistema de muerte que les fue impuesto, las comunidades deben ser una prueba viva de la esperanza que vence el mundo, sin miedo a ser feliz.