La campesina cajamarquina fue galardonada con el Goldman Environmental Prize por su lucha en favor del medio ambiente
“Yo defiendo la tierra, defiendo el agua porque eso es vida. Yo no le tengo miedo al poder de las empresas. Seguiré luchando”, expresó la peruana Máxima Acuña al recibir el Premio Goldman, el galardón ambiental más importante del mundo.
Acuña asegura que no aspira ser activista, ni dirigente ni líder, sino que “solo quiere que la dejen vivir tranquila en su terreno y que no contaminen su agua”, en declaraciones reproducidas por BBC Mundo.
En agosto del 2011, la minera Yanacocha intentó desalojar a Máxima Acuña y su esposo Jaime Chaupe de sus predios, ubicados en Sorochuco, en la provincia cajamarquina de Celendín. La empresa aducía que le pertenecían desde hacía 15 años, pues los había comprado junto a otros terrenos.
Sobre la zona se había proyectado la construcción de dos tajos abiertos para la explotación de oro y cobre (proyecto Conga). La familia Chaupe Acuña indicó que a su favor tenía un certificado emitido por la comunidad en 1994.
Así empezaron los abusos por tratar de sacar a la familia de Máxima Acuña de su hogar en Sorochuco y también fue como Máxima pasó –sin querer– de ser una humilde campesina analfabeta a una luchadora que defendía sus tierras y la protección de la laguna que le permite subsistir en una zona altoandina.
En el 2011, ambas partes iniciaron un juicio por las 30 hectáreas de la familia. Un año después, un juzgado de Cajamarca dictó tres años de prisión suspendida contra los esposos por el delito de usurpación. Según el dictamen, ellos habían invadido el territorio de Yanacocha.
Sin embargo a mediados del 2013, la Corte Superior de Cajamarca anuló la sentencia. En diciembre del 2014, el Poder Judicial falló en segunda instancia a favor de Máxima Acuña y revocó su condena. Pese a ello aún continúa la disputa para determinar al propietario de las tierras.
La incesante batalla de Máxima Acuña sobrepasó barreras. Ella se vio obligada a dejar su hogar para asistir a juicios, encabezar marchas, e incluso salir del país para pedir apoyo internacional. Los golpes que sufrió ella, su esposo y sus hijos la hicieron más fuerte.
El último lunes el Goldman Environmental Prize, uno de los premios más prestigiosos del mundo, reconoció a nivel internacional la labor y el activismo a favor del medio ambiente de Máxima Acuña.