Perfúmate
Señor, qué extraño mensaje el tuyo:
”Cuando ayunes, perfúmate, para que nadie lo note; y el Padre, que todo lo ve, te recompensará”.
No es la tristeza, ni las largas caras lo que a Ti te gusta. Tú eres Dios de corazones.
Tú estás acostumbrado a leer en secreto. Tú no quieres apariencias, a Ti te gusta la conversión verdadera.
Mi corazón quiere repetir sin tardar: ”Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Aquí estoy, Señor”.
Renuncia y Conversión.
Señor, es bastante fácil sentir tu llamada en los acontecimientos de nuestro tiempo y de nuestro ambiente.
Y es fácil también contentarse simplemente con respuestas emotivas, compasivas y de desagrado.
Lo que nos resulta difícil es renunciar a nuestras comodidades, romper nuestras estructuras,
dejarnos arrastrar por tu gracia, cambiar de vida, convertirnos…
Ven Señor, conviértenos! Amén!