De campeona de esgrima a monja de clausura

jueves, 19 de mayo de

Tiene 39 años y lleva en el convento de Lerma (España) 21. Leticia es una burgalesa que tiene una historia especial con Dios. Hoy es Sor María Leticia de Cristo Crucificado, maestra de novicias en Lerma, pero antes de eso su vida salía por las noches, ganaba campeonatos nacionales; una chica con éxito, pero que comenzó a hacerse una pregunta: ¿Y ahora qué? y decidió buscar el amor infinito. Lo ha encontrado.

 

Ella no viene de una familia creyente y fue educada en la libertad. “ Mi padre se declaraba ateo, mi madre iba de vez en cuando a misa (el domingo o funerales) y mi abuela era testigo de Jehová”, explica.

 

De esos valores que aprendió en la familia llegó al deporte, y allí le fue muy bien: “Fui campeona, descubrí lo que era el éxito, salía por las noches, tenía chicos, pero cuando volvía al hotel después de un campeonato siempre sentía: ¿Y ahora qué? Sentía un abismo bestial. Sentía un vacío que me moría”.

 

Ella explica que en el deporte se sentía feliz, muy feliz, pero que sin embargo notaba un vacío, sentía que la felicidad completa no era posible. Llegaron incluso a plantearle el prepararse para las Olimpiadas de Atlanta: “Humanamente sientes una gran satisfacción, te hacen creer que eres dios pero…¿y luego qué?”

 

Un día, saliendo de una discoteca se topó de bruces con una Iglesia. Entró y comenzó a rezar: “Sentí que alguien vivía, que no era un cuento. Dios es real, independientemente de nosotros”.

 

Después de esa experiencia siguió con el deporte y ese vacío, y pensaba en lo ocurrido en la Iglesia. Poco tiempo después su padre tuvo una enfermedad, un cáncer en el riñón y decidió “retar” a Dios: “Si curas a mi padre, te busco de verdad”.

 

Su padre se curó y realizó una experiencia en el Monasterio de Lerma. Ahí cambió todo, encontró lo que buscaba, conoció a Dios en persona: “Yo sentía una paz inmensa. Descubrí que no es una teoría, ni una moral”.

 

“Tenía un chico al que le dije: Lo siento, te dejo pero he encontrado un amor superior a cualquier amor humano”, explica Sor Leticia que ahora vive y se siente “totalmente amada”.

 

 

Fuente: Aleteia

 

Oleada Joven