Desde el Punto Corazón de Honduras
… Todo sucedió durante una charla muy larga, muy profunda y muy linda que inesperadamente tuvimos con una persona que durante muchos años se dedicó a ser sicario. Había ganado fama por su crueldad, pero luego fue logrando cambiar de vida. Cuando le preguntamos ¿qué era lo que le había empujado a querer salir de eso?, respondió: “la verdad, ver sufrir a mi mamá por lo que yo hacía”. El amor de su mamá, que como le quería, le sabía capaz de una vida mejor y por eso sufría, fue tan fuerte como para hacer reaccionar el corazón de alguien que venía llevando una vida y una actividad tan terrible durante tantos años, alguien que uno creería que está definitivamente perdido y que ya no tiene corazón, pero “para Dios nada es imposible”.
Lo mismo B, quien nos confesó que lo que lo empujó a dejar de estar involucrado en el tráfico de drogas de la manera en que estaba, fue el miedo a que por su culpa le pasara algo a su padre, que “lo tocaran” (porque por arreglos de cuentas y cosas así es común que amenacen o maten a familiares).
Frente a las cantidades inmensas de dinero que manejaba en ese ambiente, frente al poder que esto le daba, fue más fuerte el amor a su papá. Y sin que su padre (sumido en una adicción al alcohol hace mucho tiempo) se lo pidiera, B cambió.
Antonia.