Un día Jesús se había apartado un poco para orar, pero sus discípulos estaban con él. Entonces les preguntó: «Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo?» Ellos contestaron: «Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, y otros que eres alguno de los profetas antiguos que ha resucitado.»
Entonces les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro respondió: «Tú eres el Cristo de Dios.» Jesús les hizo esta advertencia: «No se lo digan a nadie». Y les decía: «El Hijo del Hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado por las autoridades judías, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Lo condenarán a muerte, pero tres días después resucitará.»
También Jesús decía a toda la gente: «Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga. Les digo: el que quiera salvarse a sí mismo, se perderá; y el que pierda su vida por causa mía, se salvará.
Palabra Dios
Reflexión del P. Raúl Gómez sacerdote de la Parroquia Santa Rosa de Lima de la Diócesis de Mendoza
En este día, el evangelio de Lucas nos relata claramente, esta actitud de Jesús. Jesús que es seguido por la multitud, Jesús que es buscado por la multitud y, también por los discípulos se retira a solas a orar. Seguramente, el lugar de oración de Jesús siempre es la montaña, es la posibilidad en donde, él tiene para encontrarse con el Padre, y recordar, la misión que el Padre le ha confiado, que es hacer su voluntad.
Por lo tanto, Jesús esta a solas con sus discípulos orando. Eso para nosotros, es un signo muy especial. Digamos, no podemos hacer solamente obras al Señor y para los hermanos, sino tenemos la oración previa. Que de alguna manera, motiva cada una de nuestras acciones.
Y en ese momento de intimidad. Jesús, comienza a preguntarle a los discípulos: “¿Quién dice la gente que soy?”. Es decir, Jesús, comienza preguntando. ¿Qué es lo que opina la gente, sobre él? ¿Qué piensa? ¿Qué es lo que pasa por el corazón de la multitud que lo busca? Que quiere encontrar en Jesús una nueva vida. Entonces, los discípulos le responden: “unos dicen que eres Juan el Bautista, otros Elías, otros alguno de los Profetas”. Y después Jesús, llega a la pregunta principal. En realidad, Jesús quiere preguntarles a los discípulos. Y entonces, la pregunta, es una pregunta muy profunda; ¿y ustedes, quien dicen quién soy?
Nosotros, podemos interpretar esa pregunta. Como una pregunta realmente de sentido de alguna manera para poder descubrir. ¿Qué significa el Señor en nuestras vidas? Es decir, Jesús nos está preguntando. ¿Qué lugar ocupo en tu lugar? ¿Quién soy yo para vos? ¿Qué es lo que yo te puedo dar? ¿Qué es lo que vos podes cubrir en mí?
Podemos interpretar también nosotros. Y entonces, la respuesta aparece Pedro, y es un dato importante. Porque, Pedro es la piedra, la roca firme en donde Jesús elige construir su Iglesia. Pedro el mismo que lo niega, primero y después reconoce que ha ofendido al Señor en esa negación y, Jesús lo vuelve a convocar. Y Pedro le reafirma esa misión que el Señor le confía. Es Pedro que le dice: “Tú eres el Mesías de Dios”. Y entonces, Jesús le pide que guarde silencio, que no digan a nadie. Lo que él significa, porque después comienza a relatarle todo lo que va a sufrir de mano de los hombres, de ser rechazado, morir y al tercer día resucitar.
Después, como conclusión de este relato bíblico, Jesús termina planteando las condiciones del seguimiento. Jesús les dice a todos los discípulos: “el que quiera seguirme que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga”. El que quiera seguirme, Jesús nos está recordando que para seguirlo tenemos que cargar con nuestra cruz. A veces más pesada, a veces más liviana, pero una cruz que de alguna manera, nos permite alcanzar la vida nueva que nos ofrece el Señor. Cargar la cruz y renunciar a sí mismo. Este es uno de los grandes pecados de nuestra sociedad, nuestro egoísmo, nuestro egocentrismo. Y Jesús nos está invitando de un modo distinto de renunciar a nuestros egoísmos, a todo aquello que de alguna manera no nos permite estar cerca de él.
Es por esa razón, queridos jóvenes, querida comunidad que nuevamente el Señor nos pregunta: ¿quién soy yo para vos? Podríamos parafrasear. Y de nosotros el Señor espera una respuesta clara, precisa, una respuesta que sea realmente humilde pero sincera y profunda. Es decir, Jesús nos está pidiendo un sí. Un sí que implica seguirlo y dar la vida anunciando la buena noticia.
Por eso, pidámosle al Señor, que realmente podamos cargar con nuestra cruz de cada día y podamos seguirlo. Para poder alcanzar la Vida y la Salvación que él nos ofrece.
Bueno, que esta Palabra sea realmente un alivio para el alma, un signo de fortaleza, pero sobre todo sea una palabra renovadora en tú interior. Que realmente, puedas descubrir que hemos sido llamados para ser felices y que la felicidad se expresa desde la alegría, en medio de las pruebas, en medio de las dificultades, sabiendo que el Señor camina a nuestro lado.
¡Que Dios te bendiga y que tengas una hermosa semana!