No pido milagros y visiones, Señor,
pido la fuerza para la vida diaria.
Enséñame el arte de los pequeños pasos.
Hazme hábil y creativo para notar a tiempo,
en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano,
los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.
Ayúdame a distribuir correctamente
mí tiempo: dame la capacidad de distinguir
lo esencial de lo secundario.
Te pido fuerza, auto-control y equilibrio
para no dejarme llevar por la vida y
organizar sabiamente el curso del día.
Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente
lo mejor posible, y a reconocer que
esta hora es la más importante.
Guárdame de la ingenua creencia de que
en la vida todo debe salir bien.
Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades,
las derrotas y los fracasos son oportunidades
en la vida para crecer y madurar.
Envíame en el momento justo a alguien
que tenga el valor de decirme la verdad con amor.
Haz de mí un ser humano que se sienta
unido a los que sufren.
Permíteme entregarles en el momento
preciso un instante de bondad,
con o sin palabras.
No me des lo que yo pido, sino lo que necesito.
En tus manos me entrego.
¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!
Antoine de Saint-Exupéry