Si sientes en tu corazón la necesidad de rezar ¡hazlo!.
Necesitamos esa lucecita encendida para iluminar este mundo de tinieblas.
Confiemos en la fuerza de la oración.
Sembremos esperanza. No todo está perdido. Dios quiere que todos se salven.
La Oración es indispensable, como así también el ofrecimiento cotidiano: cada gesto, trabajo, estudio… todo ofrecérselo al Señor para la conversión de tantos hermanos que hoy sufren porque están cerrados al amor de Dios.
Madres: recen por sus hijos. No se desanimen.
Jóvenes: recen por sus amigos ¡no pierdan la esperanza!.