Evangelio Según San Mateo 8, 18-22

viernes, 24 de junio de
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Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»

 

Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre.» Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.»

 

 

Palabra del Señor.

 

 

 


P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

El evangelio de hoy presenta las condiciones del seguimiento de Jesús. Jesús había acogido y curado a todos los enfermos que la gente le había traído (Mt 8,16). Mucha gente se juntó a su alrededor. Viendo esa multitud, Jesús decidió ir para la otra orilla del lago y en ese un doctor de ley se acerca y dice: “Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.” Así Mateo acentúa que es una autoridad de los judíos la que reconoce el valor de Jesús y que pide ser discípulo. La respuesta de Jesús es tan exigente que no deja dudas: quien quiere ser discípulo de Jesús tiene que saber lo que hace. Tiene que examinar las exigencias y calcular bien, antes de tomar una decisión (cf. Lc 14,28-32). 

En un segundo momento, alguien que era discípulo pide permiso para poder enterrar a su padre: “Señor. Déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Con otras palabras, pide a Jesús que remita a más tarde la travesía del lago, para después del entierro de Jesús. Enterrar a los padres era un deber sagrado de los hijos (cf Tb 4,3-4). Pero de nuevo, la respuesta de Jesús es muy exigente y por medio del proverbio, Jesús acentúa la exigencia radical de la vida nueva a la que llama a las personas y que exige abandonarlo todo para poder seguir a Jesús.

De esta manera podemos describir las exigencias del seguimiento de Jesús.

a) Imitar el ejemplo del Maestro: vivir y anunciar la presencia del Reino.

b) Participar del destino del Maestro: comprometerse a estar con Él en las pruebas, las persecuciones y hasta dar la vida por Él.

c) Tener la vida de Jesús dentro de sí: como los expresa San Pablo en sus cartas “ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”.

 

 

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• ¿Cómo estoy viviendo el seguimiento de Jesús?
• Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo tienen nido; pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza. ¿Cómo vivir hoy esta exigencia de Jesús?

 

Oleada Joven