Cada 29 de junio la Iglesia recuerdo a San Pedro y San Pablo, apóstoles, testigos de Jesús y los dos grandes pilares de la Iglesia. El P. Ángel Rossi en relación a la reciente fiesta de San Pedro y San Pablo, nos presenta un comparativo de la vida de ambos, grandes pilares de la Iglesia, y hombres frágiles y de barro. Contemplándolos a ellos, viendo sus vidas, uno puede, como diría San Ignacio, “reflectir para sacar provecho”. Algo tienen sus vidas para decirnos e iluminarnos. Contemplando a éstos dos pilares de la Iglesia, pedimos por el Papa Francisco
A Pedro Jesús lo eligió desde el comienzo. “Cuando Simón va a ver a Jesús le dice: tu eres Simón, hijo de Juan, tu te llamarás Cefas, que significa piedra. El Señor lo llamó y lo distinguió desde el comienzo y lo fue formando: primero en la fe, la oración y hasta en la humildad. Muchas veces lo corregía, incluso delante de la comunidad “me negarás tres veces” y cuando Pedro le dice que no suba a Jerusalén, Jesús que un ratito antes le había dicho “bienaventurado” ahora le dice “Aléjate de mi Satanás”… lo corrige también en la autoridad del servicio, cuando en el lavatorio de los pies Pedro se niega a que Jesús le lave, le insistirá pasándole la posta, la jarra, el agua y la palangana delegándole su servicio y la herencia de su autoridad. También lo forma en la caridad hacia los demás “apacienta mi rebaño”. Lo forma en el seguimiento incondicional y en la amistad. La última pregunta que Jesús le hace es ¿me amas Pedro?. En el fondo el test decisivo, incluso para purificar la traición de negarlo, no es el curriculum, cuántos títulos, si es inteligente sino el amor: ¿Pedro me amás, a pesar de todo?.
Y el otro es Pablo a quien el Señor llama abruptamente. En el camino de Damasco pasa de perseguidor a apóstol, y lo incorpora a la Iglesia a pesar del rechazo de la comunidad. Ante el rechazo de Pedro y los discípulos, Pablo vuelve a su pueblo a hacer lo que venía haciendo. Pablo fue formado en la contradicción, en la persecución de afuera y de adentro. Pablo fue formado en medio de calumnias, malos entendidos, falsas acusaciones, distancias y celos. Cuando uno leer el himno de la caridad en Corintios 13, más que una linda poesía, es una caridad probada y sufrida.
Fuente: Radio María Argenitna