Maciej Szymon Cieśla, diseñador de comunicación visual de la Academia de Bellas Artes de Cracovia. Ganador de premios, con experiencia. Llegó al Comité Organizador Local de la JMJ en septiembre de 2014 gracias a un anuncio sobre voluntariado publicado en su universidad.
La voz de la razón
“Comenzó con la preparación gráfica para el primer retiro: ya en el primer bosquejo hizo algo maravilloso. Después de la foto nos dimos cuenta de que Maciek era profesional. Éramos cuatro personas terminando el sitio web y nos estaba costando mucho, así que le pedimos ayuda a Maciek. Él vino por la tarde, después del trabajo”, dijo Monika Rybczyńska, quien trabaja en el área de diseño gráfico del COL. “Él fue la voz de la razón para nosotros. Nos quedábamos hasta las 10 de la noche. Maciek un día se fue a las 8 y dijo: ‘Me voy, ya está. Ustedes deberían irse también’ y nos sobornó con chocolates. Puso las cosas en orden. De verdad, lo amamos.”
Maciek renunció a su trabajo en diciembre de 2014 y se unió al equipo de diseño gráfico de la JMJ. No estaba muy comprometido con la Iglesia; de hecho, cuando llegó estaba muy desanimado en ese sentido. Aun así, quería trabajar allí.
“Una vez me dijo: ¿Sabes, Monika? Estoy aquí porque quiero creer que todavía hay algo bueno en la Iglesia”, recordó ella.
Junto con Monika comenzó a trabajar en las gráficas para decorar la ciudad. Luego le siguieron proyectos tales como el paquete del peregrino o el diseño de las casullas y muchas otras tareas. Un montón. El tiempo pasó muy rápido.
Parecía Dr. House
Los problemas de salud comenzaron en septiembre de 2015. Le dolían los meniscos. Hacía tiempo que no iba al médico y nadie sospechaba que fuera algo realmente serio. La gente que lo conocía le decía que se hiciera estudios o que fuera a rehabilitación. Maciek no le daba importancia porque no sabía de dónde podía provenir este dolor, no le había pasado nada, no se había caído ni se había lastimado la rodilla nunca. Durante una reunión de delegados en noviembre de 2015, Maciek hizo la presentación del departamento gráfico; en ese entonces, ya usaba muletas y usó una de ellas para señalar en la pantalla cómo no se debía usar el logo de la JMJ.
“Parecía Dr. House”, dijo Monika. “Cuando, un tiempo después, pedimos oración por Maciek, todos lo recordaban muy bien, justamente por las muletas.”
Luego de los estudios médicos, vinieron las sospechas de cáncer, una biopsia y, finalmente, la confirmación. Un tratamiento de cáncer y luego otro… El padre de Maciek pidió al comienzo que no se lo dejara sin trabajo, que se le asignaran tareas que pudiera hacer desde casa. Y Maciek, bajo tratamiento, trabajaba desde casa. Preparó proyectos relacionados con los Embajadores de la JMJ y con los retiros. Recibió todo el tratamiento que le fue posible. A pesar de esto, la pierna siguió empeorando y el cáncer se extendió a sus pulmones. Él estaba angustiado. Las drogas no funcionaban.
“Él nos alentó. A menudo no podíamos seguir adelante. En esta carrera habíamos perdido la perspectiva de debemos cuidarnos, y Maciek nos lo recordó. Él fue un don para nosotros. Estás apurado, trabajas y te acuerdas de Maciek y te das cuenta de que hay algo más importante que que el diseño salga bien”, recuerda Monika.
Cuando sus amigos del Comité Organizador se enteraron de la enfermedad de Maciek, enseguida comenzaron a orar por él. Ayunaron el primer mes. Debajo de una mesa especial escribieron los nombres de quienes lo estaban acompañando espiritualmente en este camino. Se rezó la Coronilla a la Divina Misericordia diariamente por él y estuvo en las intenciones de muchas misas. Voluntarios de la JMJ que participaron de una audiencia papal rezaron por él. Alguien se puso en contacto con los padres de la beata Chiara Luce Badano. A través de un amigo del COL de la JMJ, recibió la visita de las reliquias de San Chárbel.
“Se hizo una misa por él en una capilla y Maciek estuvo ahí. Durante la oración de los fieles, lloramos como niños”, recuerda Monika.
“Lo que Maciek le dio al Comité Organizador, más allá de un trabajo de diseño bellísimo, fue la confianza de que Dios es más poderoso que cualquier enfermedad o debilidad humana; Él puede transformar todo eso. Durante su trabajo en el Comité volvió a creer y a confiar en Dios; de esa manera pudo afrontar el sufrimiento y aceptar la Cruz y se convirtió en un referente para nosotros”, resumió el padre Suchodolski.
Me gustaría vivir, simplemente
El 21 de marzo Maciek publicó, para sus amigos que querían saber de él, una foto suya con la leyenda “100 dni ONKO” (“100 días con cáncer”) en su perfil de Facebook.
“Hace exactamente cien días me enteré de que algunas de las células de mi cuerpo decidieron rebelarse: han mutado y se han transformado en un tumor maligno en el fémur. Resultó que, además del hecho de que son malignas, les gusta viajar y hace un mes llegaron a mis pulmones, más rápido que polacos visitando Croacia en vacaciones”, refiriéndose a su enfermedad con cierta indolencia en su publicación de los “Cien días con cáncer”.
En mayo escribió: “¡Qué rápido cambian la vida y las prioridades! ¡…y qué sueños tan diferentes tenemos! Algunos sueñan con tener una carrera y fama, ascender, un trabajo nuevo, riqueza o, incluso, que el mayor evento de este año en Cracovia (JMJ) sea un éxito…yo, hace 150 días sueño una sola cosa… que me gustaría vivir, simplemente.
“En el Comité estamos convencidos de que Dios nos lo dio durante este tiempo de enfermedad. Que lo envió a trabajar al Comité precisamente para que él fuera capaz de vivir en compañía de personas de fe, que confían en Dios. Que él quiso ofrecerse a sí mismo a la maravillosa comunidad que trabaja para la Jornada Mundial de la Juventud”, dijo el padre Grzegorz Suchodolski.
En junio Maciek decidió que se le amputara la pierna. Los medicamentos no servían y su estado sólo empeoraba. El 6 de junio se llevó a cabo una operación, aun así, nada mejoró. No comía, estaba deprimido. Después de los medicamentos, transpiraba mucho y tenía que cambiarse varias veces por día. Sus pulmones no le permitían hablar mucho, razón por la cual se comunicaba más por textos y por Facebook. Constantemente en contacto. No mucho después de que le fuera amputada la pierna, sufrió un ataque: no podía respirar; nuevamente, el hospital. Le escribió a sus amigos que nunca había estado tan mal.
“Desde el principio sentí que era el plan de Dios que yo estuviera aquí porque la JMJ es un proyecto en el que se mira a las personas, diferente de otro tipo de proyectos. La atmósfera espiritual es muy fuerte allí que no existe en las empresas seculares. Rezamos, ayunamos. Y eso es muy fuerte. Se puede sentir la unidad. Estos son los frutos de esta enfermedad: antes, en lo que se refiere a cosas de trabajo, estábamos cada uno por nuestra cuenta, había división entre nosotros. Maciek realmente nos unió”, dijo Monika.
Maciek falleció el 2 de julio de 2016.