Adrián, misionero en el Punto Corazón de Chennai – India
Hoy quisiera presentarles un matrimonio vecino: Pratam y María. Viven cerca de nuestra casa y nos conocen desde el comienzo. Es una de las pocas familias cristianas de nuestro barrio. Muy humildes y llevando una vida simple, más de una vez no logran asegurar una buena alimentación adecuada. Ella está desempleada y él trabaja haciendo pequeños trabajos en el puerto de vez en cuando. Emigraron hace unos 10 años desde el sur de India en busca de una mejor oportunidad y desde ese entonces hacen lo que pueden para salir adelante.
Cada encuentro con ellos es una sonrisa asegurada, una calurosa bienvenida y un mar de carcajadas de alegría especialmente provenientes de María. Bendecida con un humor particular siempre nos invita a estar contentos en su presencia entre charlas cotidianas y algún que otro juego de mesa de por medio.
Un día decidimos rezar el Rosario diario con ellos alrededor de las 3:30 de la tarde. Sin previo aviso llegamos a su casa y los encontramos almorzando. Intentamos posponer para otro día, pero no lo logramos: detuvieron su almuerzo, rezamos, y antes de irnos nos llenaron de arroz y pescado frito. No aceptaron un “No” como respuesta, y compartieron con nosotros lo que probablemente era su cena ese día.
Hechos como éste sólo me reafirman una cosa: ¡Qué grandeza y generosidad la de nuestros amigos! Viven las cosas de una manera que nos sorprende y enseña lo esencial a diario. ¡Qué bendición poder ser testigo de ello!