Ser fieles a Jesús como Él lo es con nosotros

jueves, 25 de agosto de
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Jesus prosiguió:

 

¡Estén preparados para ese día!

Sean como los hombres que esperan el regreso de su patrón, para abrirle apenas llame.

 

¡Felices aquellos empleados a los que el patron encuentre despiertos a su llegada!

Les aseguro que él mismo los sentará a su mesa y los atenderá como amigos.

 

Entiendan bien:

 

si el dueño de la casa supiera a que hora va a llegar el ladrón, no permitiría que éste entre en su casa.

Ustedes tambien esten prevenidos, porque el hijo de Dios vendra a la hora menos pensada.

 

Pasará lo mismo con el empleado fiel, a quien el dueño lo ha puesto al frente de la empresa.

¡Feliz el empleado a quien el dueño, al regresar, encuentra ocupado en ese trabajo!

Seguramente lo incorporará como socio de su empresa, en premio de su fidelidad.

Pero si este empleado piensa: “El dueño tardará en llegar”, y confiándose en esto, se aprovecha de su puesto para injuriar y abusar de los empleados; se dedica a divertirse y a emborracharse, descuidandolo todo, el dia menos pensado llegará el dueño y lo hechará.

 

Acuérdense bien: al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará más todavía.

 

(Lc. 12, 35-40. 42-46. 48)

 

 

 

Esta venida del Señor para juzgar nuestra vida no es solamente el juicio final de la humanidad. Ni debemos  pensar que solamente tendra lugar en la hora de nuestra muerte.

 

En todo momento Dios viene a nosotros y juzga nuestra vida con la luz de su verdad.

Cada instante queda sellado por el amor o el odio que haya en nuestro corazón.

 

Si alertados por la palabra del Señor, tenemos el corazon atento a esa constante venida de Dios a nosotros, sentiremos un gran amor por nuestra vida y experimentaremos la grave responsabilidad de hacerla rendir al máximo para gloria de Dios y bien de nuestros hermanos.

 

Si, en cambio, olvidamos la vuelta del Señor, perderemos el sentido de nuestra existencia y empezaremos a llevarnos todo por delante, manoseando cosas y personas, destruyendo y dispersando.

 

Hay gente que esta como adormecida y drogada por las falsas preocupaciones de la vida, por el ansia de satisfacer sus caprichos e instintos desbocados, por el brillo y la frivolidad de las cosas y entonces olvidan que estan esperando a alguien y ese alguien tiene nombre: Jesús…

 

Despreocupados así del juicio divino pierden el temor de Dios que es la base de la sabiduría y el respeto por la vida.

Piensan entonces que el mundo es algo de lo que se puede disponer caprichosamente y consideran la vida como algo sin sentido, de la que no habrá que dar cuentas a nadie.

 

Apagada así la luz de la Fe y de la conciencia, dormitan dejando correr el tiempo estérilmente.

 

¡Felices los que saben que la vida es seria y hermosa; que Dios es el destino final de la existencia; que la luz de la fe y del amor debe estar siempre encendida y que con ella debemos alumbrar no sólo este mundo, sino también iluminar la fiesta del encuentro celestial!.

 

 

Pbro. Luis E. Diehl

Fragmento del libro “Jesús nuestro Salvador” 

 

Noelia Viltri