A través de la Oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla.
En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar:
Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza;
tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario, no la alcanzaría;
tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente;
tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse.
Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda Gracia fluye por medio de la oración.
Santa Faustina
#146: La Oración