Antonia nos cuenta como estas palabras de Santa Madre Teresa se han hecho carne en su misión en el Punto Corazón de Honduras:
Me sorprendió estos días cómo en varias situaciones que parecían totalmente oscuras y sin salida, de a poquito, del lugar menos pensado fue apareciendo una luz, una solución. Dios fue moviendo los corazones de varias personas para que quisieran comprometerse en el bien de alguien.
Por ejemplo, una mañana llegó una vecina a contarnos que ese día había caído presa la hija de M., que M. estaba internada en el Hospital, y que su nieta de dos años estaba esperando en la comisaría que algún familiar la retirara, porque de lo contrario, si nadie la retiraba en las siguientes tres horas, la iban a ingresar en un instituto del cual después es bastante difícil sacar a los niños.
M. es una señora que cada tanto viene a nuestra casa a charlar y a buscar unos remedios que una organización nos deja a nosotros para que se los hagamos llegar a ella. Nadie sabía cómo era su dirección, sólo teníamos unas pocas referencias.
Pero con la vecina y sus hijos nos pusimos en movimiento para tratar de que esta chiquita fuera sacada de la comisaría. Salieron unos a buscar al posible padre conociendo sólo su cara, llamamos al hospital, donde decían que no estaba internada y que sólo había ido a consulta, fuimos a tratar de encontrar su casa, pero nada. Tocando puertas y más puertas la gente se iba involucrando, nos decía que probáramos por allá, más acá… Uno sabía que en tal casa vivía una M…Pero era otra. Otro había visto alguien de esas características en aquella cuadra…Pero no.
Hasta que finalmente en una de las casas donde golpeamos nos atendió un hombre que dijo conocerle, y que conocía también a los otros abuelos de la bebé. Le contamos la situación y él pudo hablar con ellos, y la chiquita fue retirada justo a tiempo. Fue muy lindo ver toda la gente que se conmovió y aportó su granito de arena para ayudar a esta chiquita que casi no conocíamos, de una manera totalmente desinteresada y gratuita.