Su Mirada

sábado, 17 de septiembre de
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En noches como ésta, de insomnio, a oscuras, en un cuarto semi ajeno, se me da x imaginarme en situaciones que nunca viví. Y no hablo de algo tan típico de mí, como un vestido de novia, un perro saltándome en la mañana o un bebe sonriendo.

   Hablo de haber vivido en otro tiempo, en otro lugar. Cómo hubiese sido yo, qué hubiese sentido. Mi mente se va al año 31, más o menos. Estoy sentada en un monte y, de pronto, un muchacho se sube a lo alto, muy cerca de donde estoy yo, y empieza a hablar. Obvio, no comprendo demasiado, habla del Reino de Dios y de lo afortunado que serán los pobres y los pequeños. En eso, mi mirada se encuentra con la suya. Un segundo que es una eternidad. Tremendo escalofrío que siento. No sé qué fue, si su mirada o sus palabras que lejanamente resuenan en mi cabeza, pero mi cuerpo y mi corazón se llenaron de algo, de algo grande, de algo fuerte. Esperanza diría yo, Amor también podría ser. Pierdo la noción del tiempo, ese algo parece haber inundado a todos. Nos quedamos un rato más en silencio, disfrutando del misterio. Y deseosos de volver a encontrarlo.

      Y así sucede, tiempo más tarde, cerca del río, está El, otra vez predicando. A lo lejos veo que le acercan personas enfermas y El las cura. El tiempo parece detenerse en Su Presencia. De pronto, da unas indicaciones, que x mi distancia no distingo ni oigo. Más tarde, mi familia me encuentra y traen consigo una generosa cantidad de pan. Cómo es posible pienso. Y la respuesta llega de mi hermano, fue Jesús de Nazaret. El ha hecho el milagro. Y las palabras me llegan como algo ya sabido. Quien mas que El, sería capaz de alimentar a toda la multitud con apenas cinco panes y dos peces?? Compartimos aquellos panes y de a poco la gente se va disipando, sin embargo, yo no puedo moverme de allí, a lo lejos lo veo irse junto a sus amigos. Me levanto y los sigo, durante unos minutos. Pero rápidamente decubro que es en vano, yo ya he recibido lo mejor de El. Una mirada, una palabra, el pan, Su Vida. 

    Y ahora si, vuelvo a mi cuarto y a mi tiempo, por primera vez en la vida, contenta de no haber podido conciliar el sueño.

 

Eri Weimann