Evangelio segun San Juan 12, 1-11

domingo, 17 de abril de
image_pdfimage_print

 Seis días antes de la fiesta judía de la pascua, llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Ofrecieron allí una cena en honor de Jesús. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. 
Entonces María se presentó con un frasco de perfume muy caro, casi medio litro de nardo puro y ungió con él los pies de Jesús; después los secó con sus cabellos. La casa se llenó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos –el que lo iba a traicionar– protestó diciendo: 
«¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para repartirlo entre los pobres?»
Si dijo esto, no fue porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero común, robaba de lo que echaban en ella.
Jesús le dijo: 
«Déjala en paz. Esto que ha hecho anticipa el día de mi sepultura; además, a los pobres los tendrán siempre con ustedes; a mí, en cambio, no siempre me tendrán».
Un gran número de judíos se enteró de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no sólo para ver a Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes tomaron entonces la decisión de eliminar también a Lázaro, porque, por su causa, muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús.



Palabra de Dios




Monseñor Carlos Ñañez – Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba



Ayer, Domingo de Ramos, hemos comenzado la Semana Santa. En esta Semana Santa conmemoramos y actualizamos el misterio pascual de Jesús, su victoria sobre la muerte y sobre el pecado, que es la causa de la muerte.

Todos estamos invitados a participar, no como meros espectadores, sino como actores que se involucran y procuran abrir su corazón al Señor.

 

El Evangelio que la Iglesia nos presenta hoy nos narra una escena llena de intimidad, llena de ternura. ¿Cuándo sucede?, como dice el evangelista Juan, seis días antes de la Pascua. Y el telón de fondo de la escena es más bien dramático, sabemos que están los acontecimientos de la pasión, de la muerte del Señor que se avecinan. El evangelista también describe quienes son los asistentes, los que están presentes en esa escena, y que tareas desempeñan. El relato está en sintonía con otros relatos, sobre todo del mismo Juan, recordemos el Evangelio del domingo quinto de Cuaresma, el episodio de la resurrección de Lázaro, y es precisamente Lázaro, el beneficiado de semejante milagro, el que está presente ahí en esta cena que se le ofrece a Jesús en casa de estos hermanos. Marta también es la que sirve y María la que realiza un gesto totalmente gratuito, pero valioso, y al mismo tiempo lleno de cariño.

 

El evangelista señala que el perfume que María derrama en los pies de Jesús es un perfume caro, de calidad. Esto me parece que sirve para indicar el cariño y el respeto que esta mujer siente por Jesús, un cariño y un respeto sin medida.

Frente a eso, destaca notablemente la reacción de Judas, está motivada por la estrechez de la mezquindad, revestido de un argumento que puede sonar bien, se podría haber vendido esto por mucho precio y repartir ese producido entre los pobres. Pero el evangelista lo desenmascara, no es que le importaban los pobres. Es una actitud mezquina y Jesús sale en defensa de María, valorando el gesto y asignándole un carácter profético, estaba como anticipando, anunciando su muerte, su sepultura.

 

Me parece que esta escena es una invitación para todos nosotros para que en esta semana, en esta Semana Santa, no solamente en estos días, sino también a lo largo de todos nuestros días, nos esforcemos por rechazar todo tipo de mezquindad, que es lo que cierra el corazón. Es lo que cerró progresivamente el corazón de Judas, pensemos que él había sido elegido para ser apóstol, no para ser traidor, pero se fue cerrando y cayó en mezquindades, y al final traicionó a su maestro.

Entonces, es una invitación para que tratemos de imitar a María, procurando ser generosos sin cálculo, ofreciendo lo mejor al Señor, en definitiva, derramar nuestro cariño hecho obras ante Él.

 

Este es el augurio que me hago y quisiera hacerle a todos ustedes en esta Semana Santa, y que procuremos vivirla con intensidad para que la Pascua nos llene con la alegría del Señor.

Con mi bendición para todos. 

 

 

Oleada Joven