Evangelio según San Lucas 16, 19-31.

jueves, 22 de septiembre de
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Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.

El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan’.

‘Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí’.

El rico contestó: ‘Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento’. Abraham respondió: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen’. ‘No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán’.

Pero Abraham respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'”.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 P. Raúl Gomez sacerdote de la Diócesis de Mendoza

 

 

 

 

 

Nos encontramos en el domingo XXVI durante el año del tiempo ordinario, y en este día también estamos llamados a celebrar el domingo bíblico nacional, la segunda semana del salterio. El Evangelio que hoy meditamos es el Evangelio de San Lucas, en donde presenta esta situación en donde Jesús se encuentra con los fariseos y les cuenta esta historia sobre este rico Epulón que tenía muchas riquezas, que hacía espléndidos banquetes cada día y que a la puerta yacía Lázaro con sus llagas, esperando saciar su hambre con aquello que caía de la mesa de este señor, de este hombre.

 

En este Evangelio la liturgia nos presenta el desafío de poder descubrir el mensaje que el Señor nos ofrece, un mensaje claro, preciso, un mensaje que tiene que ver con la posibilidad de salir de nosotros mismos para reconocer la presencia de Dios en el hermano que está necesitado, en aquel que tiene hambre, en aquel que siente frío, en aquel que necesita un consejo o que necesita que le demos un albergue, en aquel hermano que se ha alejado del camino y que necesita que nos acerquemos a él, que podamos ayudarlo, corregirlo con cariño con amor. Y en este Evangelio se presentan estas dos imágenes: Lázaro que está ahí, yaciendo pobre, humilde, con sus llagas y que cuando muere es llevado por los ángeles (una imagen bellísima) al seno de Abraham.

 

Y nosotros podríamos preguntarnos, cual es el seno de Abraham? El seno de Abraham es el seno de Dios. El pobre Lázaro recibió momentos difíciles en su vida y el Señor lo consoló y lo premió en el cielo, en cambio este rico que se guardó para si mismo y para sus amigos todo lo que tenía para compartir, terminó en la morada de los muertos, en medio de los tormentos y sin embargo, ni ahí mismo cambió de actitud. Siempre se mostró con soberbia, pidiendo a Abraham en este caso, que estaba al lado de Lázaro, que permitiera que Lázaro calmara su sed mojando sus dedo. Un acto de soberbia.

 

Esta soberbia que muchas veces nos enceguece, que no nos permite mirar hacia los costados y no nos permite reconocer a nuestro lado a nuestros hermanos que necesitan del buen Dios. En este día querida hermana, querido hermano te invito a descubrir las riquezas que el Señor nos ha ofrecido para que podamos compartirla, para que podamos darla a aquellos hermanos que necesitan. Y si hemos caído en el egoísmo, en la indiferencia, pidámosle al Señor la gracia de poder ser fieles a su Amor y en este año de la misericordia, que podamos ser misericordiosos con aquellos hermanos que el Señor Dios nos cruza en el camino. Tantos hermanos heridos que necesitan que nos pongamos en su lugar y que los llevemos a un lugar seguro.

 

Que en este domingo que el Señor nos regala a través de su Palabra podamos aprender de esta imagen del pobre Lázaro que se conformaba con lo necesario. Una pregunta que podríamos hacernos es, me conformo con lo que tengo o siempre tengo la ambición de querer tener más. Lo que tengo, realmente me hace feliz? Y en eso entra nuestro dato de fe, si realmente tengo Jesús en mi corazón ya no necesito nada más. Que tengan un hermoso domingo y que el Señor los acompañe a lo largo de esta semana.

 

Radio Maria Argentina