Evangelio segun San Lucas 13, 21-33. 36-38

lunes, 18 de abril de
image_pdfimage_print

Después de decir esto, Jesús se estremeció y manifestó claramente: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará". Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: "Pregúntale a quién se refiere". El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: "Señor, ¿quién es?". Jesús le respondió: "Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato". Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: "Realiza pronto lo que tienes que hacer". Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: "Compra lo que hace falta para la fiesta", o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él.  Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'. Simón Pedro le dijo: "Señor, ¿adónde vas?". Jesús le respondió: "A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás". Pedro le preguntó: "¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti". Jesús le respondió: "¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces".

Palabra de Dios

 


Monseñor Fernando Maletti   Obispo de la Diócesis de Bariloche



 

 

Queridos jóvenes, queridos muchachos y chicas, queridos hermanos y hermanas, ya hemos entrado en la Semana Santa. Hoy es Martes Santo y nos encontramos con el texto del Evangelio del día, del capítulo 13 de San Juan, en el anuncio de la traición. La traición es lo que hace aquel que, en el gesto de Jesús de la última cena moja al lado de Jesús el plato, es hacer precisamente al revés que aquellos que nos comprometimos, la traición es dar vuelta el compromiso tan bueno y positivo y hacerlo malo. Ese fue el gran pecado, la gran equivocación de Judas.

 

 

En estos días estamos descubriendo como a medida que avanzamos hacia la pasión, muerte y resurrección del Señor, como la gloria de Cristo alcanza su verdad y su máximo esplendor en la pasión y en la cruz. Jesús lo sabe y lucha, y hasta a veces como si se revelara, por una parte Él sabe que si el grano de trigo tiene que caer en tierra y morir para que de mucho fruto, bueno que eso pase; pero por otra parte le parece esto tan duro y por eso gritara en la cruz “Padre líbrame de esta hora” y Jesús va a temblar “Mi alma esta turbada”.

 

 

 

Por eso también nosotros en estos días pidámosle a Dios para que seamos liberados de todos nuestros males, egoísmos, mediocridades, tibiezas. Padre que pase de mi este Cáliz, como lo dirá Él también, es decir esta carga, este peso, a veces esta incredulidad y que estos días de Semana Santa sea para todos nosotros un “Padre que se haga lo que vos quieras, que se glorifique tu nombre”.

 

 

La verdadera gloria de Cristo culmina en la cruz, porque en ella brilla el amor más grande al Padre y a los hermanos, es lo que no entendió el traidor, que la gloria de Cristo es la cruz, porque a partir de ahí el príncipe de este mundo será echado fuera, y la victoria sobre el mal, la liberación del hombre de la tiranía de Satanás se va a dar precisamente en la cruz, donde el odio se transforma en amor y perdón, donde la violencia se transforma en perdón, donde la enemistad se transforma en paz, donde el sufrimiento se hace signo sacramento la muerte en Pascua y el mal así queda no solo derrotado, sino transformado, esto es lo que no vio el traidor.

 

La gloria de Cristo es la cruz y la cruz, que es como un imán que atrae todas las miradas y los corazones de muchos, y sabemos que quien mira con fe a la cruz se salva porque la cruz nos alcanza la vida eterna.

 

 

Estamos llamados a que no dudemos queridos hermanos y hermanas, queridos jóvenes, que la cruz de Cristo es el punto de mira y de referencia más importante del mundo y de su historia. La gloria de Cristo es la cruz porque allí se encendió un fuego, una hoguera que calienta y dinamiza el mundo, la gloria de Cristo es la cruz porque por ella el mundo fue redimido y el hombre salvado. Por eso en estos días, sobretodo rezando el vía crucis, pero también en nuestros momentos de oración personal, comunitaria o litúrgica digamos del fondo del corazón “Gloria a vos Señor Jesús porque por tu cruz has iluminado y has salvado al mundo y me has salvado a mí. Gloria a ti Jesús porque por tu cruz me has entregado tu cuerpo, tu sangre y tu gloria”. Por eso pidamos a Dios celebrar dignamente y vivir santamente en estos días de la Semana Santa los misterios fuertes de nuestra redención.

 

Que Dios los bendiga y que el Señor los haga transitar hacia la Pascua poniendo el corazón en la entrega de todo aquello que debemos sacar para que entre también Jesús muerto y resucitado en nuestra vida.

 

Oleada Joven