María Catalina Martínez Guidotti tiene 15 años, es de Córdoba capital, ella y su hermano son los sobrinos tataranietos de Brochero, la generación más joven de la familia de Brochero Dávila. Brochero le recuerda un poquito de su padre a quien perdió de muy chica. Esta joven heredó la amabilidad, el respeto y el cariño por la familia de su tío José Gabriel del Rosario Brochero.
El “tio Gabriel ” como le decía nuestro abuelo, tenía una hermana que se llamaba Rosario Brochero quien se casó con Rivarola. Este matrimonio tuvo una hija llamada Herminia Rivarola quien se casa con Carlos Martínez (nuestros bis abuelos). Tuvieron tres varones, uno de ellos el doctor Cándido Martínez (nuestro abuelo), quien se casa con Robertina Loza. Ellos tuvieron 4 hijos, uno de ellos mi padre, quien muere en un accidente cuando mi hermano y yo éramos pequeños.
En el 2013 – cuenta Catalina- visitamos a Liliana de Denaro, escritora del libro ” La familia del Beato José Gabriel Brochero Davila”, ella nos firmó el libro y nos obsequió el árbol genealógico de mi tío Brochero.
En septiembre viajamos a la beatificación mi hermano, mi madre yo. Allí estuvimos en el sector de familiares frente al escenario. Tuve la suerte de poder saludar a Nicolás Flores, el niño del milagro, y cuando el enviado del Papa se estaba despidiendo corrí hacia el auto en el que se encontraba y pude tomar su mano a través de la ventanilla.
Dos años después se presentó una oportunidad única en mi vida, viajar a Europa con motivo de celebrar mis 15 años acompañada por mi madrina, pero sin mi hermano, lo cual me apenó mucho. En ese momento empiezo a averiguar sobre las audiencias del Papa de los miércoles en el Vaticano. Mandé la solicitud para poder conseguir la entrada para un 2 de diciembre de 2015. Mientras tanto con mi familia le mandamos una carta al papa Francisco, y nos respondió con mucha alegría.
El 2 de diciembre de 2015 llegué al Vaticano con muchas ansias, era algo único e irrepetible- afirma Catalina-, y cumplí mi sueño, poder estar frente al Papa Francisco y ser una Argentina representando en Roma a mi Tío Brochero.
La santificación del Cura Brochero la vivimos con una total emoción por ser una partecita de su historia, y nos ayuda a fortalecernos en la fe cristiana. Siempre tratando de seguir su ejemplo de vida y de compartir lo que aprendimos del Tío Brochero, para que sea ejemplo de vida para nuestros amigos también. Palabras textuales de Catalina Martínez Guidotti.
Fuente: Arzobispado de Córdoba