No es que no importen los kilómetros que nos distancian a diario,
ni que no pispeemos las agujas del relojy seamos indiferentes a las hojas del calendario.
¡Sí que cuesta! y muchas veces duele,y uno se empaca con ésta circunstanciamientras es ardua la lucha para que la tristeza no se cuele.
Pero Dios no permite que los latidos se estanquen,y si lo dejamos, ya no nos pisotean las distancias ni los tiempos,y los lazos de esta amistad por Dios soñada se fortalecen.
Se trata de que vos allí y yo aquí,aunque a simple vista, en distintas veredas andamoslas recorremos unidos en un mismo latir.
De que estamos a la distancia de una oración,de que uno vive por lo que late en el otroy vivimos en un mismo Corazón.
Una posibilidad distinta de estar, sostener y cuidar con un amor en cruz sin medias tintas.
Y nos resulta inevitable aceptar la invitación,cuando es el Dios de la Vida Quien nos ha encontradoen una historia amada en Comunión.
Luz Huríe