Kilómetros de amistad

martes, 1 de noviembre de
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No es que no importen los kilómetros que nos distancian a diario,

ni que no pispeemos las agujas del reloj
y seamos indiferentes a las hojas del calendario.

 

¡Sí que cuesta! y muchas veces duele,
y uno se empaca con ésta circunstancia
mientras es ardua la lucha para que la tristeza no se cuele.

 

Pero Dios no permite que los latidos se estanquen,
y si lo dejamos, ya no nos pisotean las distancias ni los tiempos,
y los lazos de esta amistad por Dios soñada se fortalecen.

 

Se trata de que vos allí y yo aquí,
aunque a simple vista, en distintas veredas andamos
las recorremos unidos en un mismo latir.

 

De que estamos a la distancia de una oración,
de que uno vive por lo que late en el otro
y vivimos en un mismo Corazón.

 

Una posibilidad distinta
de estar, sostener y cuidar
con un amor en cruz sin medias tintas.

 

Y nos resulta inevitable aceptar la invitación,
cuando es el Dios de la Vida Quien nos ha encontrado
en una historia amada en Comunión.

 

Luz Huríe

 

 

Oleada Joven