Juan Pablo II, al llegar a algún país en sus innumerables Visitas Apostólica por todo el mundo, se arrodillaba y besaba el suelo. Cuando por los años ya no podía doblar sus rodillas le acercaban urnas con tierra del lugar para cumplir este ritual.
Las curiosidades de la historia nos muestras que este gesto ya había sido hecho por San Juan María Vianney al llegar al pequeño pueblito al que había sido destinado como párroco: Ars. Se trataba de una comuna de 230 habitantes, pobre y con 40 casas construidas de tierra arcillosa esparcidas por la zona. Además, le habían dejado en claro que “no hay mucho amor a Dios en ese pueblo, pero usted lo pondrá”.
“El Padre Vianney, el día en que llegó a Ars hizo los 30 kms de Ecully a Ars a pie. (…) Pasada la aldea de Toussieux, la niebla impedía ver el horizonte y preguntó a un niño pastor, llamado Antonio Givre, cuál era el camino a Ars. El niño se lo indicó y él le dijo: Tú me has mostrado el camino a Ars, yo te mostraré el camino al cielo. De hecho, el padre Vianney le ayudó a ir al cielo a aquel niño, que fue el primero en morir después de él, 41 años después.
Al ver las primeras casas del pueblo, tuvo un presentimiento: Algún día esta parroquia no podrá contener a los que acudirán a ella. Y, en ese mismo lugar, viendo de lejos la aldea, se arrodilló y rezó al ángel de la guarda de aquel pueblo. Era el día 9 de febrero de 1818″ 1
Besar la tierra de misión a la que se llega, es descalzarse, porque se está por entrar en terreno sagrado. Estamos llamados a tener el mismo gesto (sino externo desde el corazón) antes de entrar en el corazón del hermano, al prepararnos para algún encuentro, charla o encuentro.
De nuestra redacción
Milagros Rodón
1 Vida y anécdotas del Cura de Ars