Por la mañana
“Sepultado el Señor, sellaron la piedra y pusieron la guardia para custodiarlo”.
Junto a tu cruz y tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa, participando en tu aflicción: haz que tu pueblo, nosotros, sepamos acompañarla. Y como Tú, grano que caíste en la tierra para morir y dar fruto, como Tú, también nosotros sepamos morir al pecado y vivir para Dios. Que siguiéndote a ti, caminemos siempre en una vida nueva. Cambia nuestro luto en danza; muda nuestro traje de presidarios y vístenos de fiesta.
Por la noche
¡Aleluya! En esta noche comienza nuestra nueva vida. El Señor resurge de la tierra, convertida en sepulcro. Dios preserva a su Inocente, Dios protege a su Humillado, Dios libera a su Hijo asesinado. Triunfa la inocencia que eres, Jesús; triunfa tu vida. Sí, triunfas, surges, eres luz, vives. Esta Resurrección tuya es un acontecimiento concedido a la comunidad para la alegría y el gozo. Los cristianos estamos despiertos ESPERANDO en medio de la noche consagrada al sueño. Tenemos un deseo enorme de encontrarnos cuanto antes contigo, Jesús resucitado. Esta es una noche iluminada por el DIA: Cristo vive. Nuestro hombre viejo ha muerto en nosotros; hemos llegado a la orilla de la libertad. Cristo, vives; nosotros también vivimos contigo. La tumba que era tu prisión, se abre y sales resucitado.
Pero este hecho de la resurrección es gracia para nosotros, sola y exclusivamente gracia. Tienes Tú que salir al encuentro de tus desolados y desconsolados discípulos, para que podamos reconocerte y adorarte. Vas delante en el camino; vas para encontrarte con los tuyos. Sólo a partir de este encuentro contigo podemos construir caminos que sean signos de vida y esperanza. Dios te ha acompañado a ti, Jesús, durante toda tu carrera. Ahora Tú nos acompañarás con tu resurrección, que se convertirá para nosotros en el primer día de una nueva creación, de una historia diferente. “¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!”. ¡Ahí, pero ésta va a ser una experiencia de fe: te verán y experimentarán resucitado sólo los que crean.
Vives, Señor, no estás muerto. Vives en Dios, tu Padre. Vives en cada uno de los que te aman y siguen tu camino. Vives, Señor. Vives en la justicia y en la bondad de todos los justos de la tierra. ¡Vives, no estás muerto! La vida no se puede matar; la vida es más fuerte que la muerte. Tu muerte, Jesús, es el triunfo sobre todos los que matan. Enséñanos a proteger y cultivar contigo la vida, ofreciendo a todos en nuestras manos bondad, pan y ternura. ¡Vives, Señor, no estás muerto! Queremos ser testigos de Alguien que vive, amén!